Teresa Suárez
Gracias a la novela El poder del perro de Don Winslow primero, y a la película de Jane Campion (basada en la novela del mismo título de Thomas Savage) ahora, el salmo 22.20 («Libra mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro») se ha hecho famoso entre los aficionados a lo negro y criminal.
Sinopsis:
Montana, 1925. Los acaudalados hermanos Phil (Benedict Cumberbatch) y George Burbank (Jesse Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es impetuoso y cruel, mientras George es impasible y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho donde tienen ganado. Cuando George se casa con una viuda del pueblo, Rose (Kirsten Dunst), Phil comienza a despreciar a su nueva cuñada, que se instala en el rancho junto a su hijo, el sensible Peter (Kodi Smit-McPhee).
Si vives en un rancho en el lejano Oeste, dedicas tu vida a la cría de ganado y tus horizontes lejanos abarcan montañas, lagos y amplios espacios abiertos (a Montana se la conoce también como País del Gran Cielo), boom económico aparte, el clima de euforia, dinamismo cultural y modernidad que acompañó a los felices o dorados, como prefieran, años veinte, salvo por algún que otro coche, el acortamiento de las faldas de las mujeres y el hecho de que éstas conduzcan y fumen, apenas se deja sentir.
Levantarse antes de que salga el sol, marcar reses cuando toca, conducir el ganado a los pastos, cabalgar horas y horas desde las Montañas Rocosas a las Grandes Llanuras…
Cuando mascar tabaco y escupirlo, huir del agua como de la peste, soltar bravuconadas, emborracharte hasta caerte de espaldas, gastarte tu paga con la fulana de turno y liarte a puñetazos cuando te llevan la contraria, está inscrito, prácticamente, en el ADN de tu oficio, que sean o no los locos veinte da igual: tu rutina como vaquero admite pocas, muy pocas, innovaciones. Es más, cualquier gesto que sugiera diferencia, por nimio que resulte, es perseguido y aplastado por la presión del grupo.
Es lo que es y es lo que hay.
Ante ese panorama, un hombre educado, inteligente y tierno, solo tienes dos opciones: renunciar a su esencia y mimetizarse con el ambiente rudo y cruel en el que transcurre su vida o rebelarse. Sea cual sea su elección, el precio a pagar siempre es alto, tanto para quienes lo rodean como, y, sobre todo, para sí mismo.
Aunque transcurre en el Oeste, y sus protagonistas son cowboys (arquetipo del personaje masculino de ese género), El poder del perro de la neozelandesa Jane Campion no es un wéstern, al menos no uno al uso.
Dividida en episodios, El poder del perro va presentando a cada uno de los personajes.
Empieza con la tensa relación entre los hermanos Burbank, el impávido y sonriente George y el brutal Phil. Según avanza la historia, mientras la figura del bueno de George pierde fuerza y se diluye, la de Phil se afianza a pasos agigantados. La crítica es unánime: alejado de sus papeles de Doctor Strange o Sherlock Holmes, Benedict se luce con su soberbia interpretación de un hombre delicado escondido, muy escondido, en el cuerpo de un rudo vaquero.
Desprecio de lo femenino, culpabilizar a las mujeres de los problemas de su vida (Phil, que culpa a Rose, esposa de George, del distanciamiento entre ambos hermanos, la humilla continuamente), belicosidad, arrogancia, autosuficiencia y dureza emocional. Cumberbatch borda el papel de macho alfa en lucha permanente consigo mismo para no dejar traslucir esa sensibilidad que forma parte de su ser más profundo.
Desbordado por las contradicciones, perdido bajo capas y capas de mentiras, harto de tanta represión sexual, Phil convierte en blanco de su ira a Peter, hijo de Rose. Que el desgarbado Peter, estudiante de medicina, luzca su condición de amanerado sin importarle las burlas e insultos de quienes lo rodean, hacen que Phil pase del odio a la envidia y de ésta a una admiración recubierta de otros sentimientos que, la interpretación sutil, compleja y perturbadora de Cumberbatch, hacen difícil descifrar (recordemos que, gracias a Alan Turing en The Imitation Game (2014), otro de sus célebres papeles, Mr. Benedict es experto en cifrar y descifrar códigos secretos, je, je).
El poder del perro (impresionantes paisajes, excelente banda sonora, bellísima fotografía, secundarios de lujo y un protagonista excepcional), acaba de ganar 3 Globos de Oro en la reciente edición de 2022 (Mejor película de drama, Mejor dirección para Jane Campion y Mejor actor de reparto en cualquier película para Kodi Smit-McPhee).
Como reivindicación de esa nueva masculinidad, en El poder del perro la muerte, que no puede faltar en territorio wéstern, no depende de la puntería de quien dispara ni del más rápido en desenfundar el revolver. En esta película la Parca está del lado del más sibilino y cruel… que no siempre coincide con el más violento.
Películas como Slow West (2015) de John Maclean, protagonizada por Michael Fassbender y el citado Kodi Smit-McPhee, The Sisters’s Brothers (2018) de Jacques Audiard, o la más reciente First Cow (2019) de Kelly Reichardt, son un claro ejemplo de que algo está cambiando en el Viejo Oeste.
¿Qué, se animan?
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