«Lo que le importaba a Villanelle era que ella había sido elegida.
Elegida como el instrumento de una organización todopoderosa que había sabido, como siempre lo había hecho ella misma, que era diferente.»
Eve Polastri (Sandra Oh), una oficial del MI5 (responsable de la seguridad interna del Reino Unido), dedica su tiempo libre al análisis criminalístico extrafronteras por simple placer y afición. Un fallo de seguridad en una de sus misiones, que acabará con su protegido y varios agentes muertos, dará con sus huesos en el paro, de donde la rescatará, por su ingenio e intuición, el Secret Intelligence Service, más conocido como MI6, para rastrear y encontrar a una experta asesina psicópata (“Nunca digas a un psicópata que lo es, les cabrea mucho”) que se hace llamar Villanelle (Jodie Comer).
Durante la caza ambas mujeres se acabarán obsesionando la una con la otra.
Como “miembra” del Servicio de Inteligencia Secreto, Eve está a años luz de 007, el agente más famoso, mortífero y, desde que lo interpreta Daniel Craig, irresistible, al servicio de su Majestad.
Casada con un polaco de mostacho imponente, su matrimonio se mantiene, renqueante, a base de palabras, buenas intenciones y poco sexo. Apenas tiene vida social. Hasta su manera de vestir es aburrida y deprimente.
En la actriz que interpreta a Eve (“rasgos orientales y pelazo”) no es solo el apellido lo que transmite sorpresa sino el rostro a quien su ascendencia coreana/canadiense confiere un aspecto peculiar que hace difícil identificar lo que pasa por su cabeza en cada momento. Cuando intentas desarrollar una carrera como espía, tener “póker face” es útil pero no suficiente.
Eve es inteligente, poco reflexiva y excesivamente sentimental. A cambio es rápida, impulsiva y temeraria, características más propias de la inconsciencia y falta de preparación que de un hipotético valor que, no obstante, ya se le supone por el simple hecho de estar más feliz que una perdiz por haber cambiado su tedioso empleo por otro que le obliga a perseguir por toda Europa a una loca asesina que va dejando un reguero de cadáveres a su paso.
En el otro lado Villanelle, nacida Oxana Vorontsova. Unos veintiséis años, alta, rubia, guapa, fuerte y capaz de sonreír candorosamente mientras rebana el cuello de su víctima.
Tan inteligente como Eve, pero con mejor gusto para la moda, con severos problemas con la autoridad y el trabajo en equipo, gracias a su habilidad para matar sin ningún tipo de remordimientos esta aficionada a la emasculación te demuestra que apenas necesitó entrenamiento para convertirse en asesina profesional porque las cualidades requeridas (encanto superficial, falta de empatía, egocentrismo, narcisismo, conducta antisocial y delictiva) las llevaba de serie.
Acompañan a las dos mujeres un nutrido elenco de personajes que, en apariencia secundarios, a medida que avanzan los capítulos se van revelando vitales para la trama. Todos tienen puertas que niegan lo que esconden. ¡Y esconden mucho!
Basada en la saga escrita por el autor británico Luke Jennnings (originalmente el personaje de Villanelle se dio a conocer en una serie de novelas con formato electrónico publicadas entre 2014 y 2016; en 2018 la saga se compiló en la novela Codename Villanelle), por su originalidad, ingeniosos diálogos, sentido del humor, acción y, sobre todo, por las dos protagonistas que hacen muy, muy creíble ese juego del ratón y el gato, plagado de mutua admiración, temor y tensión sexual no resuelta, la serie te atrapa desde el minuto uno.
A la irresistible atracción que, pese a ser quien son sienten las protagonistas la una por la otra, solo podía ponerle banda sonora Roberta Flack con su Killing Me Softly With His Song.
Que lo disfruten.
¡Ah, y no se les ocurra perderse esta serie o se arrepentirán!