Nueva entrega del autor británico y, después de leer su primera novela, un autor de referencia, al menos para quién escribe. Como pueden imaginar me apunté, es decir, fui como un loco a por esta segunda novela, esperando una nueva dosis de ese mundo terminal y barroco de la primera obra.
También, ya considerándolo con más calma, hay que reconocer que ese ambientazo poseía fecha de caducidad, tenía su comienzo y su fin, hubiera podido dar un camino absolutamente diferente y se hubiera alejado hacia profundidades abisales.
Knox vuelve a usar a su detective fetiche, Aidan Waits, y ahora le dota de cierta normalidad, le aleja del ambiente nocturno, de las “malas compañías” y de ciertas sustancias que alteran el raciocinio. Aidan pasa a ser detective del turno de noche, con un compañero que le detesta, con todo el cuerpo de policía que le odia, con una forense que íntimamente desconfía de todo lo que toca, con un superior de la policía que le desprecia. En resumen, un panorama verdaderamente interesante que se completa con el decorado de Manchester como trasfondo.
El autor ya nos acercó, en su primera novela, a esa idea del género negro muy clásica de oponer al héroe frente a todos y en esta ocasión repite en un esquema parecido, aunque introduce elementos importantes para conocer la psicología del protagonista, en especial con una inmersión en su pasado.
La obra tiene un regusto clásico muy bien trabajado, una investigación formalizada, dentro de los cánones más ortodoxos. Lo único que se sale de ese predecible modelo es el sentido del humor, perenne durante toda la obra, y lo que rodea al protagonista, que nunca deja indiferente y es sumamente literario.
La novela se inicia con el descubrimiento de un cadáver en un hotel abandonado, pero no es un cadáver cualquiera, sino que pese a no tener ningún dato sobre su identidad todo es tremendamente sospechoso y no quiero contar mucho más porque ahí está la gracia de todo el artificio de ficción. Paralelamente hay una trama de abusos sexuales que enriquece la obra, al igual que ese mundo de certezas etéreas que rodean al protagonista, pues la media verdad habita donde vive Aidan Waits.
Así, de medias verdades en medias verdades que nunca suman una verdad absoluta, la obra avanza como un acorazado y el panorama al completo sólo queda a los ojos del lector y en parte a su imaginación.
Puede que la obra no sea tan poderosa como la primera del autor, de hecho dista un universo, pero me hace pensar que tenemos en Joseph Knox un buen autor de novelas policíacas. Tiene maña, fuerza literaria y también calidad. Esta obra, muy bien trabajada, nos muestra a un autor que sabe lo que hace y que logra entretener al lector hasta convertirlo en un adicto.
Para quien suscribe, una obra de obligada recomendación.
Sonrisa mortal
Joseph KnoxTrad.: Ariel Font Prades Reservoir Books
Puedes seguirnos en Google+, Twitter y Facebook