Dinamarca y Suecia, dos países separados por el mar Báltico, están comunicados por el puente de Öresund, mitad túnel y mitad puente, que va desde la capital danesa, Copenhague, hasta la ciudad sueca de Malmö.
Una noche todas las luces que iluminan esa majestuosa obra de ingeniería moderna se apagan de golpe durante unos minutos. Cuando se restaura la iluminación, justo en la línea que señala la frontera entre ambos países, aparece un cadáver.
Saga Norén, homicidios de Malmö, y el detective Martín Rohde de Copenhague, acuden al lugar de los hechos. Puesto que la víctima es de Malmö y el coche que la abandonó en mitad del puente procedía de la parte sueca, la inspectora Norén decide que el caso es suyo. Martin lo acepta sin discutir.
Cuando proceden al levantamiento del cadáver comprueban, horrorizados, que está seccionado en dos por la cintura. La autopsia demuestra que ambas mitades pertenecen a personas distintas. Las investigaciones de los dos asesinatos se cruzan y la policía de Dinamarca y Suecia tendrá que colaborar para detener al culpable.
En esta primera temporada Saga Norén y Martín Rohde deberán enfrentarse al Terrorista De la Verdad (TDV), un homicida que reviste sus crímenes de efecto colateral necesario para dar a conocer cinco grandes problemas que asolan la sociedad actual:
La justicia no es igual para todos.
Las personas sin hogar no le importan a nadie.
La explotación laboral infantil en los países en vías de desarrollo.
La falta de integración de los inmigrantes.
La carencia de escrúpulos de algunos periodistas.
Pese a las víctimas, cada vez son más las voces que se elevan en apoyo de TDV, quien empieza a ser considerado por algunos más un justiciero con motivos que un psicópata asesino.
Mientras Saga y Martín tratan de dar caza al terrorista, no podrán impedir que sus vidas personales se vean afectadas, dolorosamente, por este caso.
Lo primero que llama la atención en esta serie es la protagonista femenina. Saga Norén ni siquiera se plantea si responde o no al estándar de belleza nórdica. No se maquilla, suele llevar la misma ropa (se cambia camiseta en la oficina delante de todos), jamás sonríe, camina casi como un autómata y cuando habla, siempre sin filtros, sorprende tanto como espanta.
Con una inteligencia superior y una sagacidad innata para la investigación criminal, la detective sueca no entiende los convencionalismos sociales que rigen la conducta («¿Alguna vez felicitas a tu equipo por hacer bien su trabajo? No ¿Por qué habría de hacerlo? Es su obligación ¿Es que tú quieres que te lisonjee? No me importaría ¿Y qué quieres que te diga? No funciona así»). Tiene problemas para detectar y entender los sentimientos ajenos y dificultad para expresar los propios (« ¿Me vas a echar de menos? No. Quizás. Puede que un poco»). No tiene amigos y, más allá del sexo esporádico con extraños de una noche (« ¿Por qué te has ido? Te he preguntado si querías una copa y me has dicho que no. Porque no tengo sed, ¿quieres tener sexo conmigo en mi apartamento?»), no se plantea tener relaciones de pareja («no se me da bien ser una novia»).
Solitaria, obsesiva, brillante, brusca y carente de empatía, aunque todo apunta a que Saga Norén tiene Síndrome de Asperger en ningún momento se verbaliza tal condición (solo en una ocasión sus compañeros de Homicidios de Malmö se refieren a ella como especial).
Martín Rohde es su antítesis. Con sobrepeso, varios divorcios a sus espaldas y cinco hijos, Martín es un disfrutón de la vida. Le gusta comer, sonríe a menudo, raramente se enfada, es atento, campechano y con una clara tendencia a la infidelidad (en esta primera temporada “sus partes” gozan, nunca mejor dicho, de cierto protagonismo).
Aunque la estricta Saga sermonea a Martín cada vez que se empeña en saltarse la ley le sigue con una complicidad, que no llega a entender del todo, no exenta de admiración. Martín respeta a Saga y se troncha con su manera de ser y comportarse.
Dirigida por Henrik Georgsson, y estrenada en el otoño de 2011, El puente (Broen / Bron), es un noir nórdico o escandinavo, como prefieran, de los mejores que he visto.
Saga Norén y Martín Rohde son un dúo dinámico, muy dinámico (la tendencia de Saga a dormir poco hace que estén prácticamente las 24 horas del día de servicio), que hará las delicias de cuantos se acerquen al puente de Öresund.
No se la pierdan.