Esta es una de esas novelas que llaman poliédricas, tiene múltiples caras y no es que me las quiera dar, ahora, de culto y refinado, pero me supone un gran esfuerzo no pensar en una de esas figuras geométricas cuando pienso en la novela y eso que soy un hombre de letras puras. La novela no sólo narra la historia de dos hermanas que la vida ha puesto en lugares antagónicos, también narra la historia de un barrio del centro de la ciudad de Filadelfia y a la vez nos muestra mucho de los seres que habitan ese espacio y todo lo que les rodea. También, ya de paso, nos cuenta cómo ha cambiado el centro de una ciudad pasando de ser un núcleo industrial a ser un pudridero de seres humanos. Cómo ese lugar va ejerciendo de embudo donde van a parar todos aquellos seres que por muy diferentes motivos terminan enganchados a la droga y también la dejadez institucional para terminar con semejante decadencia.
Reflexionando sobre el particular creo que eso sería extrapolable a cualquier gran ciudad, cómo los usos y hábitos han ido cambiando y la dejadez, la desgana, la inercia de las cosas sin remedio van haciendo de un barrio un gueto. Puede que ese proceso sea más acusado en ciudades industrializadas como Filadelfia o Detroit, donde buena parte de la población perdió el medio de vida cuando las empresas emigraron y esa decadencia económica terminó en una decadencia humana.
Esta novela es también rica en usos y costumbres norteamericanas y no de las que llenan el celuloide sino de las de verdad. La autora nos adentra en los recovecos de una familia de clase obrera de origen irlandés, por ese lado me ha parecido que tenía una sólida influencia de Lehane que se refleja de forma constante en esa soledad que la protagonista sufre.
Para más lío existe una trama criminal: la protagonista, Mickey Fitpatrick, es policía, de las de a pie, patrullando la zona más deteriorada de la ciudad, plagada de seres como su hermana, con la que mantiene una relación complicada, que es yonqui y que se dedica, de forma más o menos cotidiana a la prostitución. La policía llevará el peso del relato y nos irá descubriendo los motivos familiares y la verdadera relación con su hermana, al mismo tiempo que la busca, pues ha desaparecido, y hay un asesino de mujeres suelto que va sembrado el caos por la ciudad.
El lado de la trama criminal o policial es débil, es el hilo conductor de todo el entramado, pero pierde peso pues no es lo que le interesa a la autora, lo que pretende es mostrarnos todo lo demás y hasta ahí puedo leer, es preferible que quien se interese por la obra descubra que le motiva a la autora.
La novela va intercambiando capítulos del pasado y presente de la protagonista y poco a poco nos va mostrando todo el cuadro al completo. Es cierto que hay alguna parte más interesante que otra pero la autora consigue que la atención se mantenga y el lector tenga cierta ansia por saber lo que ocurrirá. Así la cantidad de páginas, que pudieran parecer excesivas, son llevaderas, el desarrollo de la obra está muy bien trabajado, llevando al lector, de forma constante, enganchado a las aventuras que ocurren. La división de los capítulos ayuda junto con el estilo directo de la autora.
No quiero extenderme mucho más, me ha parecido una obra interesante, aunque se aleja del mundo que acostumbramos a reseñar. Hay un cierto toque noir pero no es el alma de la novela, aunque tiene cosas interesantes. Creo que a muchos lectores les atraerá, la ficción es interesante y la autora ha trabajado bien toda la trama.
El largo río de las almas
Puedes seguirnos en Telegram, Twitter