Televisión: «El inocente»

CARTEL EL INOCENTETeresa Suárez

«El perdón puede salvar tu vida. Jamás he encontrado algo tan efectivo como el perdón para sanar las heridas profundas. El perdón es una medicina poderosa», Dr. Robert Enright, profesor de Psicología Educativa en la Universidad de Wisconsin-Madison.

Una noche de farra, y mucho alcohol, la vida de Mateo Vidal, un estudiante de derecho cualquiera, cambia bruscamente al verse implicado en una pelea en la que, accidentalmente, mata a otro joven a la salida de una discoteca.

Tras cumplir condena por homicidio involuntario, cuando sale de prisión la vida parece ofrecerle una segunda oportunidad: monta un bufete, contrae matrimonio, está a punto de comprar la casa de sus sueños y va a tener un hijo.

Todo parece ir sobre ruedas, hasta que una inesperada llamada al móvil de Olivia Costa, su mujer, desencadenará una serie de acontecimientos que amenazan con destruir, nuevamente, todo lo que Mat ha conseguido.

Basada en la novela homónima del escritor, novelista y guionista estadounidense Harlan Coben, El inocente ha sido adaptada y dirigida para Netflix por Paulo Oriol.

Conocí a Pablo Oriol con El cuerpo (2012), una de sus primeras obras y, a tenor de la reseña que escribí entonces («Un inicio prometedor, por la desaparición de la muerta, se convierte en una historia tediosa, lenta y que no termina de arrancar. La larga estancia en el instituto anatómico forense, buscando asustarnos supongo, consigue envolvernos en un sopor pegajoso del que solo te espabilas hacia el final de la historia. Pero tampoco es que éste resulte brillante ya que, hacia la mitad, intuyes quien puede estar detrás y el resto, puesto que no da ninguna pista a lo largo de todo el metraje, se lo saca el director de la manga (…) ¡Menos mal que siempre nos quedará el alisado japonés de Coronado!»), resulta evidente que esa primera cita, francamente decepcionante, me quitó las ganas de repetir con Paulo, al menos durante un tiempo.

No obstante, como también soy de las que creen en las segundas oportunidades, hace poco volvimos a encontrarnos en Contratiempo (2016), protagonizada por Mario Casas, un film con el que, pese a las malas críticas que recibió, disfruté.

Y así llegue a El inocente, una mini serie (ocho capítulos) tortuosa, violenta y de gran carga emocional.

Con Mario Casas (uno de sus actores fetiches) al frente, arropado por un reparto sólido, en el que figuran algunas de las actrices y actores actuales más conocidos del público español (Aura Garrido, José Coronado, Alexandra Jiménez, Gonzalo de Castro o Juana Acosta), El inocente es un thriller coral que me entretuvo en el primer capítulo, me sorprendió en el segundo, y terminó de engancharme a partir del tercero.

Culpa, arrepentimiento, venganza, redención.

El inocente es una historia compleja que parte de una sencilla premisa: como en un instante, un hecho fortuito, inesperado, puede cambiar totalmente la vida, no solo de las personas implicadas en el mismo, sino también de sus allegados.

El inocente es una telaraña donde nadie es lo que aparenta. Un entramado compuesto de mentiras que generan desconfianza, desconfianza que favorece el chantaje, chantajes que desembocan en palizas y palizas que terminan en asesinatos.

Con un variado plantel de granujas a todo ritmo (ex convictos, proxenetas, matones a sueldo, prostitutas, policías corruptos), si hay algo que destaca por encima de los demás elementos (excelente ambientación, interpretaciones, etc.) es el guion, sus numerosos giros y, especialmente, la forma en que está narrado.

Cada capítulo, centrado en uno de los protagonistas, empieza con éste contando, en segunda persona, los mismos hechos, antecedentes o continuación, de los relatados por el personaje precedente. Por ejemplo, el inicio del dedicado al agente integrante de la Unidad de Delitos Especiales (UDE), interpretado por Coronado, uno de los personajes más turbios, comienza con unas impactantes imágenes de éste acompañadas de una frase contundente: «Te llamas Teo Aguilar y siempre te ha gustado que te coman la polla».

Pese a que, capítulo a capítulo, la laberíntica estructura narrativa va aportando nuevas piezas, el director consigue que el espectador, por más que lo intuya, no logre completar el rompecabezas hasta el capítulo final.

Oriol Paulo se empeña, y mucho, en mantener la intriga sin caer en incongruencias ni en trucos fáciles sacados de la chistera a última hora, algo harto difícil cuando intervienen tantos personajes cuyas vidas no paran de entrecruzarse.

Aunque Mateo Vidal sea el eje transversal, El inocente es una serie donde el peso de las mujeres supera al de los hombres. Mientras que los varones abusan del recurso a la violencia para saldar deudas y obtener placer y beneficios, las féminas, con especial relevancia de las prostitutas Emma (Juana Acosta) y Kimmy Dale (Martina Gusmán) y la mujer de Mateo Vidal (Aura Garrido), sometidas, perseguidas, maltratadas, deben utilizar otras estrategias para intentan cambiar sus vidas. Ellas, y solo ellas, proporcionan los mejores momentos de la serie.

El inocente, insisto, es una historia compleja que gustará a quienes estén dispuestos a poner un mínimo de esfuerzo para seguir la trama.

Abstenerse los críticos por naturaleza de Mario Casas porque, como reza una de las famosas frases de Rabindranath Tagore: «Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas».

Siguiendo los pasos de Élite o La casa de papel, El inocente se ha convertido en una de las series más vistas a nivel internacional en Netflix.

Ahí lo dejo.

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