Jokin Ibáñez
Nota del traductor
Yo no soy un traductor profesional. Soy un lector que, de vez en cuando, encuentra relatos policíacos en inglés no editados en España. Como no se nos traduce lo que queremos y necesitamos, intenté lo que pocas veces he hecho: traducir.
El resultado puede estar bien o mal, o regular y que deje algo que desear. No me extraña, soy un novato. De hecho, tras unos cuantos relatos de Tony Hillerman, Sue Grafton o Michael Connelly entre otros autores y alguna entrevista que podéis leer en esta misma revista, vuelvo ahora con un relato de Donald Westlake con John Dortmunder como protagonista.
En Calibre .38 no poseemos los derechos del artículo. Si nos dicen que hay que retirarlo, lo haremos y seguiremos sin leerlo hasta que algún otro medio tenga a bien traducírnoslo.
Jokin Ibáñez Errasti

Robert Redford en el papel de John Dortmunder en la película «Un diamante al rojo vivo» («The Hot Rock,
El entrenamiento de Dortmunder (un ejercicio vergonzoso)
Aquella tarde, cuando Dortmunder entró en el O.J. Bar & Grill de Amsterdam Avenue, los parroquianos habituales estaban hablando sobre salud y ejercicio, a favor y en contra.
—Un régimen saludable es muy importante —decía uno de los asiduos, doblado sobre su cerveza.
—Tú no quieres decir régimen —le dijo un segundo parroquiano—. Si hablas de régimen, un régimen próspero es el de Australia.
—Régimen es lo de las mujeres —expresó un tercero—. Algo sobre las mujeres.
Los demás fruncieron el ceño, tratando de averiguar qué significaba eso. En el silencio que se produjo, Dortmunder llamó:
—¡Rollo!
Rollo, el camarero, observando el mundo desde sus tres puntos de apoyo, los dos grandes pies sólidamente plantados sobre la tarima de detrás de la barra y el codo encima de la caja registradora, parecía demasiado absorto en la conversación o en la contemplación de una vida saludable para darse cuenta de la llegada de un nuevo cliente. En cualquier caso, ni siquiera pestañeó, inmóvil como si fuera un retrato, cuando el primer parroquiano dijo:
—Bueno, sea lo que sea la palabra, si tienes salud lo tienes todo.
—Yo no lo veo así —dijo el segundo—. Puedes tener salud, pero eso no hace que tengas todavía un Pontiac Trans Am(1).
—Si tienes salud —contestó el primero—, no necesitas un Pontiac Trans Am. Puedes ir andando.
—¿Andando? ¿Adónde?
—Adonde quieras.
—¡A San Luis! —dijo el segundo y, satisfecho, bebió un trago de su tequila sunrise.
—Bueno, eso sí que es un argumento —se quejó el primero.
—Atiborrarse de salud también puede ser peligroso —opinó el tercero—. Un amigo de un amigo mío tuvo un ataque al corazón viendo una sesión de videos de Raquel Welch.
—Ya, claro —agregó el primero—, si se hace demasiado ejercicio…
—No hacía ejercicio, sólo estaba mirando.
—¡Rollo! —dijo Dortmunder.
—Cuando estaba en el ejército —dijo el primero—, solíamos hacer saltos de marinero.
—Si estabas en el ejército —dijo el segundo—, harías saltos de soldado.
—¡Saltos de marinero! —insistió el primero.
—Solíamos llamarlos saltos con palmada (2) —intervino el tercero.
—¡No! —le dijo el segundo—. Los saltos con palmada es un juego de niñas con aritos.
—¡Rollo! —exigió Dortmunder, y esta vez Rollo alzó una ceja en su dirección, pero luego se distrajo por el movimiento del tercer parroquiano, el hombre de los saltos de palmada, que, con un desdeñoso “¡aritos!”, se alzó de su taburete, detuvo su resuello y dijo:
—Éstos son los saltos con palmada —Y allí estaba de pie, erguido de mala manera, con los brazos a los lados, los talones juntos, el pecho hinchado.
El segundo parroquiano le miró con creciente disgusto.
—¿Qué es eso?
—No son saltos de marinero, eso sí que lo sé —dijo el primer parroquiano.
Pero el tercero estaba concentrado.
—Ésta es la primera posición —explicó—. ¡Ahora, observad! —Con cuidado levantó su pie derecho, lo movió medio metro a un lado y luego lo volvió a poner en el suelo. Tras agacharse un poco para estar seguro de que tenía los dos pies donde quería, se enderezó, más o menos, miró adelante, tomó un profundo aliento que se pudo escuchar en toda la calle y, lentamente, levantó ambos brazos en el aire, juntando las palmas de las manos una contra otra por encima de su cabeza—. Posición dos —dijo.
—Es un ejercicio muy complicado —bromeó el segundo.
El tercer parroquiano bajó los brazos a los lados aleteando como un pez fuera del agua.
—Cuando estás implicado realmente en el ejercicio —señaló—, lo haces mucho más rápido.
—Eso sí que podrían ser saltos de marinero —admitió el primero.
—Según mi opinión personal —dijo el segundo de los parroquianos, haciendo girar el resto de su tequila sunrise—, la dieta es la parte más importante de un programa de salud. Vitaminas, minerales y un grupo variado de alimentos.
—No creo que tienes razón —le dijo el tercero—. Creo que el orden es animales, vitaminas y minerales.
—Grupo variado de alimentos —sostuvo el segundo—. No se trata de preguntas.
El primero dijo:
—No sé lo quieres decir con esos grupos de alimentos.
—Bueno —le dijo el segundo—, el principal grupo de alimentos son las carnes, los vegetales, el postre y la cerveza.
—¡Ah! —dijo el primero de los parroquianos—. En ese caso, entonces, estoy de acuerdo.
—¡Rollo! —suplicó Dortmunder.
Resoplando como un campamento completo de entrenamiento para marines, Rollo movió su cuerpo y se desplazó pesadamente sobre la tarima.
—¿Cómo te va? —dijo, arrojando un posavasos sobre la barra.
—Me mantengo sano —contestó Dortmunder.
—Eso está bien. ¿Lo de siempre?
—Zumo de zanahoria —dijo Dortmunder.
—Ahí tienes —le dijo Rollo y le dejó la botella de bourbon.
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1 El modelo del coche fantástico, de la serie de televisión.
2 Jumping Jacks son brincos de calentamiento utilizados en gimnasia rítmica, también se llaman saltos de mariposa, porque se estiran los brazos y las piernas.
Donald Edwin Westlake (Nueva York, 12 de julio de 1933 – San Pancho, México, 31 de diciembre de 2008) escribió docenas de novelas de género, usando distintos pseudónimos y tocando diversos palos: porno, ciencia-ficción, hard boiled y humor, como poco. Uno de sus personajes, Dortmunder, es el ¿protagonista? de este breve relato costumbrista.
Traducción de Jokin Ibáñez (enero de 2024)







