«Linda, como en el asesinato de Linda», de Leif GW Persson, por Ricardo Bosque

Ricardo Bosque

Con el mercado editorial saturado de suecos y suecas -personalmente, nos podíamos haber ahorrado la publicación de casi todos ellos y dedicado esos esfuerzos y dineros a la difusión de verdaderos escritores, de aquellas latitudes o de otras más al sur-, hablar aquí de un tipo que se apellida Persson puede parecer más de lo mismo, otro que se suma a la corriente que parece haber convertido Suecia -Escandinavia en general- en el paraíso de los asesinos en serie, cuanto más despiadados mejor, y en el país con mayor renta per cápita de plumillas del mundo. Diríase que todo sueco de pro se dedica, hoy en día, a escribir sobre crímenes o a montar o diseñar muebles fácilmente empaquetables. Como, por otra parte, la mayoría de los libros que salen de aquellas tierras y hielos.

Pero es que Persson no es un sueco más, Persson es el sueco atípico, el tipo capaz de desmontar de un modo sublime el Estado del bienestar en una trilogía anterior a la de su compatriota el del periodista íntegro y la hacker trastornada que, desgraciadamente -cosas que suelen suceder- tuvo una difusión muchísimo menor que esta última.

En esa trilogía aparecía, como uno más de sus múltiples personajes, Evert Bäckström, policía sin escrúpulos, sin cargos de conciencia por nada que le hubiera sucedido en el pasado, sin problemas con el alcohol -simplemente se lo bebe y punto-, sin problemas con las mujeres -no tiene esposa ni exesposa con la que llevarse mal, suerte la suya- ni con hijos a los que hace mucho tiempo que no ve ni falta que le hacen.

Egoista, políticamente incorrecto de pensamiento y acción, habituado a abusar de sus subordinados y a engañar a sus superiores, especialista en colar a la administración facturas de lavandería o visionado de películas porno en habitaciones de hotel, manipulador… Un cabrón con pintas, si se me permite la expresión, pero un cabronazo que termina cayendo bien, aunque seguro que si lo tuviéramos de compañero de trabajo o vecino de escalera tendríamos una opinión bien diferente del colega.

Así era el bueno de Evert en aquella trilogía que gravitaba en torno al asesinato de Palme. Pero las buenas costumbres nunca se pierden y así sigue siendo Bäckström años después, cuando, en Linda, como en el asesinato de Linda, le toca investigar la violación y asesinato de una joven en la tranquila y provinciana localidad de Växjö (lo de los suecos poniendo puntitos encima de todas las letras no tiene nombre), encargo que acepta encantado por lo que supone de oportunidad de hacer algo de turismo y, de paso, engordar algo su cuenta de gastos a cargo del erario público.

La trama en sí de la novela -una novela coral donde las haya, con multitud de personajes que se van turnando a la hora de protagonizar la acción- tal vez sea lo de menos. Lo verdaderamente destacable de la misma, aparte del peculiar estilo con que escribe Persson, son las relaciones que se establecen entre todos ellos y, sobre todo, la opinión que de cada uno tiene Evert Bäckström y cómo nos la hace llegar a los lectores, con un descaro, una desfachatez y una prepotencia que consigue que, a pesar de todo, terminemos encariñándonos de él.

¿Será porque, en el fondo, todos somos un poco como este policía sueco aunque no nos atrevamos a manifestarlo en público?

Tal vez. Lo que está claro es que, si te gusta la buena literatura criminal disfrutarás a tope con Persson. Y si lo que quieres es un/a sueco/a más convencional, no te preocupes: acércate a cualquier librería de tu pueblo o ciudad y desgraciadamente los tendrás por castigo. En el sentido literal de la expresión.

Linda, como en el asesinato de Linda
Leif GW Persson
Trad.: Carmen Montes Cano
Grijalbo

 

6 comentarios en “«Linda, como en el asesinato de Linda», de Leif GW Persson, por Ricardo Bosque

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