«La verdad sobre el caso Harry Quebert», de Joël Dicker, por Francisco J. Ortiz

la-verdad-sobre-el-caso-harry-quebertFrancisco J. Ortiz

Mi verdad sobre el caso Joël Dicker

Como ocurre con las demás artes, sobre todo las más populares (el cine y la música, por ejemplo), en el ámbito literario los gustos y preferencias de la crítica especializada y los del público medio suelen coincidir muy poco, por no decir prácticamente nunca. Pero muy de vez en cuando surge un autor o una obra capaces de conciliar a unos y otros aunque solo sea durante un período de tiempo, y entonces sucede aquello que las editoriales persiguen como si del Santo Grial o el vellocino de oro se tratara: un fenómeno literario de dimensiones globales.

El último (¿penúltimo?) caso y uno de los más influyentes de los últimos tiempos, sobre todo en lo que se refiere al género policíaco, es el de Stieg Larsson y su trilogía Millennium: vaya por delante que un servidor no ha leído las novelas (con las películas, las suecas y la de David Fincher, esta última excepcional, tuve bastante), pero recuerdo como si fuese ayer el entusiasmo con el que algunos críticos recibieron la publicación de estos libros, sobre todo el primero, aparentemente sorprendidos de que un título que había tenido tanto éxito comercial en su país de origen se les antojara muy bien escrito y más que capaz de engancharles de principio a fin. Pero el tiempo pasó y la fascinación por Larsson y su tan traída y llevada trilogía póstuma se reveló como un espejismo que fue desvaneciéndose poco a poco: no por parte de los lectores, que todavía hoy acuden una y otra vez a las librerías en busca de la nueva promesa de turno del género policíaco que se cultiva en las tierras nórdicas, pero sí por parte de los expertos que antaño quedaron fascinados por el universo literario del malogrado escritor y que hoy no se avergüenzan de decir Diego donde dijeron digo, señalando que Larsson escribía para la plebe y por tanto no precisamente tan bien como parecía en un principio.

Un caso muy similar, el paso del tiempo dirá si idéntico, podría ser el de Joël Dicker, el escritor suizo al que seguro han leído este verano y que con apenas veintisiete años y dos novelas publicadas (más varias escritas y guardadas en el cajón) ha visto cómo la segunda, La verdad sobre el caso Harry Quebert, lo convertía en la nueva sensación de la literatura universal, siendo traducido a más de treinta idiomas y consolidándolo como líder indiscutible de las listas de autores más vendidos en todo el mundo. Esto último por sí solo no sería noticia, pues Dicker no es el primero ni será el último en alcanzar un estatus semejante: baste recordar como best sellers eternos a técnicos de la autoayuda disfrazados de narradores como Paulo Coelho o Jorge Bucay, por no hablar del inefable Dan Brown; lo que sí es noticia es que la misma novela que ha hecho de Dicker un hombre rico y famoso reciba los parabienes de la crítica de forma casi unánime, sobre todo en Francia (el libro fue distinguido nada menos que con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire: casi nada), y convoque como referentes en boca de esos mismos especialistas que le jalean, además del inevitable Larsson, a Vladimir Nabokov, John Irving o Philip Roth. Pero vayamos por partes…

joel_dicker

Joël Dicker

Un servidor desconoce si en la convocatoria de algunos de los galardones mencionados había otras alternativas y en el caso de haberlas quiénes eran sus competidores, pero tanto da habida cuenta de que a lo largo de su historia los premios literarios en general han demostrado, más allá de su honradez o falta de la misma, no ser siempre síntoma de un juicio infalible. En cuanto a las comparaciones citadas, y dejando de lado otras que francamente se me escapan (¿Jonathan Franzen? ¿Woody Allen?), resulta bastante risible señalar lo que Dicker pueda deber a Larsson solo porque ambos han urdido tramas criminales capaces de mantener en vilo al lector (si damos por bueno semejante paralelismo, el suizo también es un digno heredero de Sófocles, Shakespeare, Poe y Agatha Christie); más ridículo todavía resulta compararlo con Irving o Roth porque la acción de su novela se desarrolle en New Hampshire o porque aparezcan algunos escarceos pugilísticos entre los protagonistas; y, francamente, recurrir a Nabokov cada vez que surge la figura de una lolita en el transcurso del relato ya cansa. Dicho esto, hay que aplaudirle tanto al autor como a su editor, el curtido Bernard de Fallois, la sinceridad con la que encajan algunas de las alabanzas vertidas por unos críticos más papistas que el Papa: Dicker confiesa no haber leído a algunos de los autores consagrados con los que se le equipara; para a continuación subrayar que aunque la acción de su novela ocurra en Estados Unidos, el libro pertenece a la literatura francesa, rechazando así la etiqueta que algunos pretenden endosarle de, acabáramos, “la gran novela americana” (!): sí, esa misma que quizá hayan escrito ya Hemingway, Scott Fitzgerald, Faulkner, Dos Passos, Kerouac o Pynchon, o que tal vez no se haya escrito ni se llegue a escribir jamás.

Superadas estas comparaciones, que funcionan como reclamos de mercadotecnia pero que a la postre se revelan como muy poco fructíferas, entremos de verdad en materia: ¿qué encontrará el lector que, en la medida de lo posible, se disponga a leer La verdad sobre el caso Harry Quebert libre de prejuicios y sin esperar la gran novela americana de marras? Pues un thriller de más de 650 páginas que atrapa la atención del lector en todo momento -algo, insisto, muy meritorio pero no inaudito, y que han conseguido autores de géneros y estilos muy diferentes: de Umberto Eco a James Ellroy pasando por Ken Follett o Stephen King- gracias al truco (narrativo) más viejo del mundo: arrancar el relato con un golpe de efecto, aparentemente in medias res, para a continuación ir dosificando la información de manera adecuada, planteando nuevos enigmas conforme se van resolviendo otros, recurriendo de paso a algunos arquetipos muy reconocibles (que permiten al autor no tener que explayarse demasiado en las descripciones psicológicas) y dedicando todo ese espacio que queda libre a unos diálogos funcionales que no se andan por las ramas.

Rogaría que no se interprete lo dicho en el párrafo anterior como un menosprecio de la labor de Dicker: hay que ser un prestidigitador de sobrado talento para ser capaz de recurrir a los trucos más viejos y que sigan funcionando a la perfección como aquí, sin pasar del uso al abuso tal y como le ocurrió a Dan Brown en El código Da Vinci. Por otro lado, un logro más que hay que reconocerle a Dicker es que aunque la suya es una obra decididamente ambiciosa, que parece sufrir el síndrome de la primera novela aunque no lo sea (aquel que lleva al autor a querer contar en ella demasiadas cosas), no le ha quedado tan mal responder a esa ambición desmedida: me refiero a que, más allá de la intriga alrededor del crimen, su obra pretende ser un ejercicio cuasi metanarrativo, una suerte de manual de creación literaria (cada capítulo está precedido por un consejo de Harry Quebert, el escritor veterano, a su discípulo Marcus Goldman, protagonista y álter ego del lector) que no se priva de ofrecer un retrato un tanto paródico del mundo de las grandes editoriales y de los escritores de éxito.

New-Hampshire

New Hampshire, escenario de la novela. Como las de John Irving pero diferente.

Es precisamente en esta lectura paródica donde radica uno de los mayores atractivos a la vez que uno de los problemas más graves de La verdad sobre el caso Harry Quebert: en ocasiones resulta complicado discernir si el autor se toma verdaderamente en serio aquello que está contando, y aunque la mayoría de veces parece ser así, cuando el libro bordea la parodia de los géneros y deja escapar algún apunte de humor el interés crece por momentos. En cambio, si su propuesta es la de una novela que sin visos de ironía pretende aunar intriga policial protagonizada por el consabido investigador civil, experimento metaliterario, historia romántica (en su peor acepción, la de la novela romántica actual más cursi y naif) entre un hombre adulto y una chica mucho más joven, sátira de denuncia social al estilo de La hoguera de las vanidades, comedia de costumbres (véanse las conversaciones telefónicas entre el protagonista y su madre) y relato de horror en versión American Gothic (sí, hasta de eso hay algunas gotas en este cóctel, y es de lo más divertido, sorprendente y arriesgado del libro), la obra se desmonta a marchas forzadas. Más aún si tenemos en cuenta que Dicker, no sé si haciendo gala de una prepotencia supina o de una ingenuidad desarmante (apuesto por esto último), se atreve a incluir algunos fragmentos de Los orígenes del mal, el libro (apócrifo, claro) que convirtió a Quebert en un clásico moderno de las letras estadounidenses tras ser saludado como una obra maestra absoluta… y que por tanto no puede menos que decepcionar al lector.

A estas alturas, ya se habrán dado cuenta de que apenas he contado nada del argumento propiamente dicho de una novela donde el interés de este se sitúa muy por encima del de los personajes (arquetipos que en algunos casos bordean el tópico más sonrojante), no hablemos ya del estilo literario. Ha sido una decisión consciente por mi parte, porque si llegado este punto aquel que no lo haya hecho todavía pretende leerla dado que los elementos destacados como positivos le parece que superan a los negativos, no me cabe duda de que disfrutará mucho más cuanto menos sepa de la trama (o tramas) que nos plantea. Además, seguro que ya sabrá más de lo debido gracias a otras fuentes de información; es lo que pasa con los fenómenos literarios globales: que están hasta en la sopa. El peligro es que esta saturación informativa juegue finalmente en su contra, y al lector exigente la novela se le caiga de las manos más por culpa de unas expectativas demasiado elevadas que no por la supuesta calidad deficiente del texto.

En resumidas cuentas: La verdad sobre el caso Harry Quebert no es ni la obra maestra que algunos nos quieren vender movidos por intereses no especialmente oscuros ni la basura execrable que otros, de momento muy pocos, claman desde sus púlpitos digitales. Es lo que intuyo que estaba destinada a ser en un principio: una novela policíaca resultona, muy entretenida, ideal para leer en la playa o en el transporte público, con algunas ideas excelentes y otras mediocres, con algunos diálogos dignos de subrayarse y otros que provocan vergüenza ajena (estos, casi todos en los que interviene la víctima del crimen, una adolescente increíble en el peor sentido del adjetivo), y que clama a los cuatro vientos su voluntad de ser adaptada al cine o la televisión. Una obra que, en definitiva, ni merece todos los premios que ha cosechado hasta la fecha ni tampoco los varapalos de la crítica que me temo recibirá, mientras otras obras mucho peores serán bastante menos vilipendiadas, cuando dentro de apenas unos meses tanto ella como Joël Dicker ya no estén de moda.

 
La verdad sobre el caso Harry Quebert
Joël Dicker
Trad.: Juan Carlos Durán Romero
Alfaguara

21 comentarios en “«La verdad sobre el caso Harry Quebert», de Joël Dicker, por Francisco J. Ortiz

  1. Suscribo en su totalidad todo lo que dices y lo que sugieres. Conciso y brillante anáiisis. Y si lees mi post (hoy o mañana lo subo) y ves cierto parecido, te juro que es pura coincidencia (hace ya varios días que lo terminé antes de ver el tuyo) y será que tenemos criterios literarios parecidos.
    Saludos!

  2. Totalmente de acuerdo con la crítica, me dejé engañar por la faja publicitaria y los premios franceses, pero no volverá a ocurrir. La historia de amor es ridícula, la obra maestra una patochada y los diálogos a veces ni funcionales, dan vergüenza ajena.

  3. Otro indeseable que opina como yo. Pues a qui no acaba la cosa, en varios países europeos se está vendiendo mejor que aquí. Eso sí señor, si usted ha sido capaz de aguantar el tipo para no acariciar «la verdadera máscara» de la novela. Querido amigo usted es el próximo Joël Dicker.

    Fuera seriedad, este muchacho dudo que ha escrito solo la novela, precisamente por las apreciaciones que das en la primera parte de «la crítica», no reseña. Todo lo que he leído, es magnífico e innovador según letras estériles.
    Narices, creo que es una historia mil veces escrita. La saga Millenium tenía el aliciente del punto y final por parte del autor. Aquí como no siga «con la pendiente macabra de los músicos que murieron a los 27», lo tenemos claro.
    Creo que con tanta lectura existente y con una jubilación cercana a los ochenta, merecemos rescatar algún clásico.
    Y si encima se compra poco y se lee menos, de cabeza a la cloaca.

    Un beso, de tu admirador…

    El salmerón mayor del mundo.

  4. Hola, Fran:

    Llevo en este momento 200 páginas de la novela y suscribo todo lo que has dicho. Una novela más, del montón. Lo que más me ha sorprendido no son las «fajas» (uno ya tendría que estar curado de tanto sabihondo), sino lo, por momentos, mal escrita que está, la verdad; como tú muy bien señalas.
    No creo que se pueda achacar a la traducción, porque, la verdad, tampoco hay mucho que traducir. Creo que el problema estriba en que es muy difícil escribir si no se ha leído antes y, que me perdone quien se sienta afectado, pero un «joven» de 27 años es difícil que haya leído más que un «hombre» de, por ejemplo, 40 años. Y aquí está el problema: que Dicker se cree que está descubriendo América cuando ya hace varios siglos que estaba descubierta.
    Felicidades por el crítica, que me ha encantado.
    Un abrazo,
    Pepe Payá

  5. Estoy totalmente de acuerdo con tu brillante análisis. El único interés de esta novela es el empleo de las diversas técnicas narrativas y como mezcla la narración de una historia ficticia con el propio proceso creativo del autor ( Se supone que también ficticio). Desde el punto de vista literario me parece una obra bastante floja, tanto por el empleo de lenguaje literario como por la caracterización y hondura de los personajes. Opino que es una novela entretenida, que mantiene el interés por los múltiples cambios de giro y la expectativa final con la que termina cada capítulo.Sin embargo creo que le sobran páginas y que tantos cambios terminan por marear al lector, terminas por desear que acabe cuanto antes solo por saber el final. Gracias y saludos

  6. Un libro malísimo a más no poder, diálogos increíblemente simplones, personajes planos y estereotipados…
    Uno no llega a saber por qué demonios se enamoran, es todo amor a primera vista y te amo, no puedo vivir sin ti, vamonos lejos y seremos felices… INSOPORTABLE. Esto en cuanto a Harry y Nola.
    Los demás, los personakes femeninjos al menos, asesinables todos, la verdad es que todas las mujeres que salen son tontas a más no poder. La madre que sólo quiere que su hijo escritor se case, la madre de la otra que solo quieres aparentar delante de un escritor supuestamente adinerado, jenny tonta que también llega a enamorarse de Harry sin saber absolutamente nada de su personalidad…. Y por supuesto Nola, que igual que jenny ama a una persona sin conocerle de nada, e incluso intenta suicidarse a primeras de cambio, cuando el intenta dejarla sin haber quedado ni 3 veces.
    Otra cosa que también llama la atención es que todos y cada uno de los personajes recuerda hasta el tiempo que hizo los dias anteriores a la desaparición, tras haber transcurrido más de 30 años…Inverosímil total.
    Un horror.

      • No se si será que aún soy joven ) y he leído poco (no puedo decir que no sea así) pero a mi si me ha gustado. He comenzado a leer novelas policiacas hace realmente no mucho y sinceramente destaco esta y la colección de Kostas Jaritos que está haciendo Petros Márkaris.
        Personalmente, estoy de acuerdo con muchos puntos de tu crítica, leo comentarios y pienso que realmente ciertas cosas si que son inverosímiles pero lo increíble es que aún siendo así engancha y te lo crees. El señor de los anillos es inverosímil. Lo importante es hacer creer al lector, o más bien hacerle sentir que lo inversosímil es real, hacer ‘que se lo crea’. Y yo me lo he creído. Me parece que a pesar de todos los giros en la trama resultan creíbles, está contando en tres épocas distintas y aún así no pierdes el hilo de la historia. Y evidentemente, como bien has dicho hay muchos diálogos basuras (también pienso que es dificil escribir un libro de más de 650 hojas y que todas las palabras sean magistralmente enlazadas y escritas) pero hay muchos dignos de recordar.
        Respecto a lo que antes han dicho evidentemente un escritor de 40 años que lleve el mismo ritmo de lectura que uno de veintipocos sabrá mucho más al respecto, experiencia lo llaman. Pero también es verdad, que si no empiezas a escribir cuándo eres joven es dificil que lo hagas cuándo eres mayor. Me parece todo un logro que un escritor tan joven escriba semejante libro (que a lo mejor para un maestro de 60 años no serían más que unos apuntes, o no, quien sabe…)
        Puede que achaquéis todo esto a que no sé de literatura, a que soy joven o multitud de cosas más, pero cómo bien dice Francisco «ni merece todos los premios que ha cosechado hasta la fecha ni tampoco los varapalos de la crítica que me temo recibirá, mientras otras obras mucho peores serán bastante menos vilipendiadas, cuando dentro de apenas unos meses tanto ella como Joël Dicker ya no estén de moda.»
        Gracias, un saludo.

      • (Caso omiso a este comentario, lo escribo para poder señalar que quiero recibir nuevas entradas por mail, porque pienso que ha sido una excelente crítica más allá del «me parece una mierda», y eso en estos tiempos en los que cualquiera escribe cualquier cosa sin pensar, sinceramente, se agradece mucho)
        Gracias de nuevo

  7. Pingback: “La verdad sobre el caso Harry Quebert” en Calibre.38 | Negrologías

  8. Gracias, Julia, por la parte que me toca. En cuanto al libro… pues eso, el problema no es ser verosímil o no -efectivamente, cualquier relato fantástico es, de partida, inverosímil-, sino creíble o no… Generaciones de lectores y espectadores hemos aceptado que Superman vuela o que Drácula vive eternamente y puede transformarse en murciélago, lobo o niebla sin que pase nada.. El problema surge cuando cuentas algo (sea fantástico o no, pero si es que no, el problema es todavía mayor) y al lector, como me ha ocurrido a mí y por lo visto a otros muchos, le parece absolutamente increíble y falso. Un abrazo, y gracias por tus palabras.

  9. Hola. Buscando información sobre el libro, encontré esta crítica y los subsiguientes comentarios. Nunca había entrado aquí, por lo cual no conozco ni al crítico ni a los comentaristas.
    Como parece que aquí la edad y el tener el carro lleno de lecturas es importante, diré que tengo 49 años y me considero modestamente un mediano lector tanto en cantidad (más de uno por semana) como en calidad (últimamente Doris Lessig, Albert Cohen, Vargas Llosa, Roa Bastos, Guadalupe Nettel, Saramago, Paul Auster, Philippe Claudel, Michel Houellebecq, Irene Némirovski, José María Guelbenzu, Jean-Michel Guenassia, Murakami, Keigo Higashino, Tabucchi, etc etc…).
    Dicho lo cual, diré que creo que os estáis pasando. A los “comentaristas”, me refiero. La crítica me parece correcta y fundamentada. Da la impresión de que los comentaristas os apuntáis a la estela de la crítica, que “queda bien” desprestigiar la novela, que da como una cierta aureola de gran conocedor de literatura decir que esta novela es una porquería, que si lo sé no la leo, que me siento engañado por la solapa, etc… En fin, me parece más una pose resabiada que una valoración mesurada. Y lo que resulta más feo todavía es ese tufillo que emana, esa impresión que queda de que os estáis recreando en vuestra propia superioridad, como se desprende de ese desafortunado comentario de que haber quien se atreve a hablar bien de la novela. (Por cierto, también un “gran comentario” ese de que a los que les gustó la novela son los mismos que votaron al Rajoy… un finísimo análisis literario…). En fin, una gran exhibición de onanismo colectivo… “que lector tan culto y exigente soy que un libro tan premiado que parece una basura”, “soy más listo que la Academia francesa y que el jurado del Goncourt juntos”, y cosas por el estilo.
    Pues humildemente digo que no es para tanto. Yo leí la novela, la acabé ayer, me lo pasé muy bien, no me considero engañado y no me arrepiento de haberle dedicado unas cuantas horas. La novela es buena y tiene muchas cosas positivas, cumple su cometido, está muy bien construida y armada, atrapa y mantiene el interés, tiene humor, intriga, originalidad en su estructura. Creo que el ejercicio de metaliteratura está muy bien conseguido, no solo con el paralelismo entre la vida de Marcus-Harry y sus segundas novelas, incluso entre el propio Joël Dicker-Marcus-Harry y sus segundas novelas. Además, me pareció un muy certero retrato de la sociedad americana. La ambientación de la sociedad de esa pequeña ciudad está muy lograda, con sus personajes, su policía, etc. Sí, algunos personajes son esteriotipados y caricaturescos (la madre del narrador, evidentemente), pero por eso mismo el retrato social es tan fiel y tan creíble, incluidos los policías y su forma de actuar.. ¿Y que me decís del editor?, para mi un retrato exquisito y genial.
    Por supuesto que hay cosas que tampoco me convencieron (demasiado cinematográfica, la investigación de Marcus resulta demasiado fácil y fluida,…), pero del repaso a los aspectos negativos ya os encargasteis vosotros.
    Sinceramente, creo que si un amigo os hubiese prestado el libro, y lo hubieseis leído sin tener conocimiento de los premios ni de las superventas ni del marketing ni de la edad del autor, no diríais todo lo que decís. Me atrevo incluso a decir que creo que os hubiera gustado. El mayor defecto del libro es haber sido escrito por un jovenzuelo y haber recibido tantos premios.
    Julia, yo te animo a no dejarte influenciar demasiado por estas descalificaciones. Nunca encontrarás unanimidad, ni entre los lectores ni entre los críticos, y pocas veces entre los lectores y los críticos. Lee lo que te apetezca, lee variado, lee autores consagrados y autores jóvenes, lee literatura de aquí y de allá y de diversos géneros. Pero sobre todo, no olvides que la lectura, a menos que sea tu profesión y tengas que leer obligatoriamente, es un placer. Y si una novela consigue hacerte pasar un buen rato, te proporciona horas de lectura entretenida, consigue interesarte en la historia que te cuenta, ya es mucho. Y si además te la crees y te emociona, enhorabuena, estarás ante una buena novela, porque eso es dificilísimo de conseguir.
    Un saludo.

    • «Julia, yo te animo a no dejarte influenciar demasiado por estas descalificaciones. Nunca encontrarás unanimidad, ni entre los lectores ni entre los críticos, y pocas veces entre los lectores y los críticos. Lee lo que te apetezca, lee variado, lee autores consagrados y autores jóvenes, lee literatura de aquí y de allá y de diversos géneros. Pero sobre todo, no olvides que la lectura, a menos que sea tu profesión y tengas que leer obligatoriamente, es un placer. Y si una novela consigue hacerte pasar un buen rato, te proporciona horas de lectura entretenida, consigue interesarte en la historia que te cuenta, ya es mucho. Y si además te la crees y te emociona, enhorabuena, estarás ante una buena novela, porque eso es dificilísimo de conseguir.»

      Gracias por la parte que me toca, y sí, creo que de eso se trata. Como bien dices es un gran placer, y las descalificaciones dependen del individuo que los escriba, que, al menos mediante este blog no puedo saber realmente si son grandes lectores, no, si les gusta la misma literatura que a mi etc Yo sigo pensando que es un libro muy bueno. Es mi opinión, supongo que nadie puede objetar nada al respecto.

    • Coincido con todas tus palabras, hay veces q es mejor ser aficionado q experto, pero en lo q mas coincido q lo que mas molesta es la edad del autor, cuantos viejos, sabios escritores quiaieran haber podido escribir ese libro con apenas 30 años, saludos desde argentina

  10. No dudes Demetrio que tengo previsto leerla, aunque aun tengo alguna por delante. Creo que la reseña de Francisco me parece perfectamente fundamentada como tu señalas…pero ello no me conduce a desdeñar esta novela que ha conseguido, como muchas otras , picar mi curiosidad. Tras su lectura compartire mi opinion. Gracias en todo caso por incorporar otro punto de vista. Un saludo

  11. Excelente crítica del libro. Me ocurrió exactamente lo que señalas: las altas expectativas terminaron por derretirme el libro; igualmente, la víctima (Nola) me parece un personaje increíble, en el peor sentido.

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