Cuando Norma Jean se quitaba la máscara de Marilyn dejaba al descubierto una mirada amarga, capaz de desgarrarte por completo. Tan afilada como un blues a medianoche.
Hace algo más de año y medio reseñaba aquí mismo una de esas novelas redondas que muy de vez en cuando nos alegran la vida: Letal como un solo de Charlie Parker, de Javier Márquéz Sánchez.
En aquella ocasión teníamos el gusto de conocer a Eddie Bennett, solucionador de problemas afincado en Las Vegas y encargado de firmar el informe con que se cierre la investigación de la muerte de una joven aspirante a actriz que, oficialmente, deberá considerarse como muerte accidental o, en todo caso, suicidio. A partir de aquí, Javier Márquez nos hacía partícipes del rodaje de El conquistador de Mongolia, estrepitoso fracaso del productor Howard Hughes, al tiempo que nos ofrecía una apasionante trama criminal en la que, como actores de reparto, figuraban algunos de los integrantes de aquella conocida pandilla de ratas como dicen algunas fuentes los bautizó el inmortal Bogart. Ya saben: Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davis Jr., Joey Bishop…
Pues bien, Afilado como un blues a medianoche también arranca con Eddie Bennett interviniendo en un suicidio. Más bien modificando la escena para que aquello parezca un suicidio, en concreto el del símbolo sexual hollywoodiense por excelencia. Sí, esa, Marilyn. ¿El contacto entre Marilyn y Bennett? Peter Lawford, uno de los fundadores del Rat Pack y, a la sazón, cuñadísimo del clan Kennedy.
La cosa promete, por tanto, pero todavía lo hace más cuando el autor da un salto hacia adelante de varios meses en el tiempo y entra en escena el polifacético Sammy Davis Jr., a quien Bennett deberá proteger tras recibir amenazas de muerte por parte de un grupo supremacista como consecuencia de aquella boda interracial que fue todo un bombazo en plena época de disturbios raciales, la que contrajo con la actriz sueca May Britt.
Con todos estos elementos, Márquez repasa la historia más reciente de los Estados Unidos de Norteamérica, una época convulsa en la que muchas de las decisiones adoptadas por el mediático presidente católico irlandés -fundamentalmente las relativas a la crisis de los misiles cubanos, su resistencia a entrar a saco en Vietnam o las conducentes a eliminar las barreras sociales- no resultaban del agrado de grandes sectores políticos económicos y sociales, granjeándole la enemistad de los ya citados grupos supremacistas, de los empresarios de industrias armamentísticas y petroleras y de diversas familias mafiosas, especialmente la encabezada en Chicago por Sam Giancana. Y lo hace recordando al lector pasajes ciertamente conocidos e intercalando auténticas perlas anecdóticas de las que, al menos quien suscribe, no tenía noticia, todo ello con el ritmo vivo que requiere la ocasión, regado con abundante alcohol de alta graduación, salpimentado con las estelares apariciones de Sinatra & Cia. y aderezado con unos cuantos cameos realmente acertados y sorprendentes, como el de cierto miembro del PCE y agente de la CIA al que los buenos aficionados al género seguro reconocen.
Javier Márquez Sánchez nos está acostumbrando mal con estas magníficas novelas negras de corte clásico protagonizadas por Eddie Bennett pero no seré yo quien se queje: por mí puede seguir con nuevas entregas, al menos con tantas como vidas tiene un gato.
Afilado como un blues a medianocheJavier Márquez Sánchez
Salto de Página
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