Juan Mari Barasorda
En 1924, y cuando solo llevaba escritas tres novelas –El misterioso caso de Styles se publicó en 1920-, Agatha Christie publicó su primera colección de relatos cortos: Poirot investiga. Al otro lado del Atlántico, el relato corto en el que los detectives inventados por la lúcida mente del escritor policial eran los protagonistas encontró su acogida en los pulps. Black Mask apareció en 1920 y fue el magazine en el que un joven Dashiell Hammett imaginó por vez primera a su inolvidable agente de la Continental, en octubre de 1923. Black Mask fue el primero de los pulps, el icono en el que se basó Tarantino para su Pulp Fiction. Pero en Black Mask el relato de detectives convivía en aquella época con el relato de aventuras e incluso con el relato romántico.
En 1924 apareció True Detective, el primer magazine dedicado exclusivamente al relato criminal de crímenes auténticos (Detective Tales, editado en 1922, no se convirtió en Real Detective Tales hasta 1924 siguiendo la estela de True Detective). Los primeros relatos se centraban en crímenes históricos notorios, pero pronto se volcó en el relato de crímenes actuales (vamos, como en El Caso pero a la americana). Se dice que se hizo tan popular en Estados Unidos que incluso J. Edgar Hoover, el primer director del FBI, se suscribió a la revista, llegando a acuñar un nuevo termino para este genero: “Dickbooks”, libros-detectives (un apaño poco imaginativo de Mr. Hoover con referencias a Dick Tracy).
El crimen se introdujo en el hogar de las familias americanas en igual medida que el Reader’s Digest. De hecho, se alentó el interés en el crimen hasta el punto de publicar las fotografías de los fugitivos mas buscados por la policía para que cualquier ciudadano pudiera reconocerlos al ir al supermercado a hacer la compra. Es más, en aquellos años de la gran depresión, el criminal -Bonnie & Clyde, Baby Face Nelson, John Dillinger o Machine Gun Kelly- era portada diaria de los periódicos como hoy pueden serlo los invitados de Sálvame o los políticos corruptos de turno, autores unos y otros -salvando las distancias- de un elenco de fechorías como aquellos.
True Detective fue la excéntrica idea de un editor, Bernarr Macfadden, que más tarde creó secuelas, siendo True Crimen la mas conocida. Encontró un público al que el crimen real o de ficción entusiasmaba. De hecho, en la época dorada de True Detective también el crimen de ficción tenia cabida con la publicación de relatos de autores como Dashiell Hammett y Jim Thompson. Pero Macfadden se dio cuenta de que ya había muchos pulps que daban acogida a aquellos escritores que empezaban a dar forma a la novela negra y supo dirigir True Detective en otra dirección. Cuando la depresión terminó y los criminales de portada eran acribillados, pasados por el grill de la silla eléctrica o encerrados en la cárcel, las revistas de crímenes reales cambiaron en sus portadas al gángster con la metralleta por la rubia sexy con la falda abierta, el jersey tres tallas más pequeño, medias de cristal y tacones de aguja. Ya no es el detective o el criminal el centro de atención sino relatos reales de una sociedad y sus obsesiones. El sexo, el pecado y el crimen en todas sus combinaciones. Historias reales de mujeres asesinadas por su marido y la amante o psicópatas sexuales asesinos de niñas inocentes. La imagen de una sociedad americana convulsa en la que convivían estrenos de cine como Que bello es vivir (1947) con asesinatos no resueltos como el de la Dalia Negra (1947) y personajes como Howard Hughes con asesinos en serie como Albert Fish -“El hombre lobo de Wisterya” ejecutado en 1936- o Ed Gein, detenido en 1957. Después, otros escritores como Truman Capote con A sangre fria o Norman Mailer con La canción del verdugo encontraron que la investigación en la psicología del criminal era un excelente vehículo para crear literatura de la buena.
En 2014, la cadena americana HBO nos ha regalado una serie de detectives: True Detective. Dirigida por Cary Jujuy Fukunaga -que ya dirigió un policial en 2009: Sin nombre– y con guion de Nick Pizzolatto -autor de una primeriza novela negra: Galveston, 2010, y responsable también del guion de la magnifica The Killing.
La acción arranca en una comisaría en el año 2012 y los interrogados son Martin Hart (Woody Harrelson) y Rust Cohle (Matthew McConaughey) -siempre acompañado de su enorme cuaderno de contabilidad en lugar de la sempiterna libreta policial-, dos detectives adscritos en los años 90 a la división de Investigación Criminal de Louisiana, responsables de la investigación del asesinato de una prostituta en 1995 por un posible asesino en serie, un asesinato ritual calificado por uno de los detectives como “la cosa más jodida con la que nunca me he topado”.
A través de sucesivos flashbacks la historia, la investigación, se va desarrollando frente a los ojos del espectador (por ahora he visto los tres primeros de los ocho capítulos de que consta la primera temporada). Una historia de obsesiones, de deseos reprimidos. Hart tiene una vida familiar aparentemente perfecta a punto de saltar por los aires, amante incluida. Rust es un solitario que tras su paso por el departamento de narcóticos en Texas alimenta una mente obsesiva y lúcida a la vez -las escenas en su desnuda habitación son impagables-. El enfrentamiento entre ambos en los flasbacks de 1995 crece en la misma medida que su común obsesión en atrapar al asesino. El cinéfilo apreciará unas interpretaciones excelentes -especialmente la de Matthew McConaughey- sustentadas tanto en las escenas que describen la investigación como en sus declaraciones de 2012, donde deben reconstruir con sus recuerdos una investigación perdida tras los huracanes Katrina y Rita. El espectador ya ha adivinado que, aunque puede que el asesino fuera atrapado en 1995, sus crímenes se han vuelto a reproducir en 2012. La acción se va desgranando muy lentamente (y algunos espectadores que esperan un ritmo trepidante puede que apaguen el televisor… sería un crimen). La debilidad humana, la moral de la sociedad rural americana, la religión llevada al fanatismo y el aderezo de sutiles pistas que sin duda muchos pasarán por alto -y que no es objetivo de esta reseña revelar- pero que a este lector policial se antojan suficientes para ir descubriendo al o a los culpables, definen un producto visual al nivel de la mejor novela negra, aunque tal vez sea mejor definirla como thriller.
Una Louisiana asfixiante pintada en negro con la excepcional fotografía de Adam Arkapaw -con otro policial a sus espaldas como Animal Kingdom– y una música perfecta (T-Bone Burnett, The Handsome Family…) retratan un clima opresivo, absolutamente noir, envolviendo un complejo retrato psicológico salpicado por la siempre inquietante presencia de fantasmas del pasado mientras dos detectives buscan a un monstruo cuya presencia se intuye en cualquiera de los personajes que van apareciendo en los primeros episodios. Un conjunto que el lector policial -ahora espectador- considera muy superior al de muchas de las novelas nórdicas (y alguna más cercana) leídas últimamente con, aparentemente, los mismos ingredientes. En definitiva, una serie que recuerda a Texas Killing Fields y al John Connolly de la espléndida Todo lo que muere, una historia donde se intuye el mal -los monstruos- al final del camino, pero donde los demonios cotidianos habitan en todos los protagonistas.
“…creamos monstruos y confiamos en que las lecciones implícitas que hay en sus relatos nos guíen cuando nos tropecemos con lo más horrible de la vida.” (John Connolly, Nocturnos)
“ …te das cuenta que toda tu vida, que todo tu amor y tu odio, todos tus recuerdos, todo tu dolor… es siempre lo mismo, son la misma cosa. Todo fue un sueño que tuviste en una habitación cerrada, acerca de alguien… y, como en muchos sueños, al final hay un monstruo”.
Estoy enganchando a la serie como un niño al Bob Esponja. Es fascinante.
El martes me tragué el 5, y necesito más. Eso sí la recomiendo en V.O.S.E.
Nada que añadir, creo que aquí en C+ han dado, hasta esa escena de la foto. Los diálogos son para enmarcar. Y como dices Matthew está inmenso,
CRUCE
Aupa Cruce!!Enganchado es decir poco. Es sin duda la mejor serie de Tv en mucho tiempo. Yo tambien he llegado este lunes al capitulo 5 ( en version VOSE) y las expectativas de los tres primeros se van superando. Aunque la identidad de los asesinos se va revelando para el espectador atento a las pistas ( que no pienso revelar aqui) las interpretaciones, el ritmo, la fotografia y el mismo guion ( estoy esperando a leer Galveston) son impagables. Y el proximo lunes el capitulo 6 con un gintonic al lado. Iremos comentando. Un abrazo,
Jua Mari
Si es que llevo la música puesta de alarma, y mira que no es de mi tipo, pero me pone a 1000.
The Handsome Family – Far from any road.
Un abrazo,
CRUCE
Muy buena serie! Ayer precisamente yo también le dediqué un post en mi blog. Os lo dejo por si tenéis curiosidad 😉
http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/03/louisiana-detectives-club.html
Un saludo