«La muerte del pequeño Shug», de Daniel Woodrell, por Jesús Lens

shugJesús Lens Espinosa de los Monteros (@Jesus_Lens)

Querido Paco Camarasa… ¡qué razón tenías! Una vez más. Y van…

Razón tenías cuando me llamaste hace unas semanas para decirme que, en el pedido mensual de Negra y Criminal, venía una de esas pequeñas novelas que, sin embargo, son grandes. Muy grandes. Me recomendabas que no tardara en leerla. Que era cortita: apenas 200 páginas de letra grande y maquetación generosa. Y que me iba a gustar. Mucho. La muerte del pequeño Shug. Publicada por Alba Editorial.  

¡Y ya te digo, querido amigo, si me ha gustado! Como decimos por aquí, por el sur, me ha gustado… una jartá.

Trece años. Trece. Trece añitos son los que tiene el pequeño Shug, un niño gordito que vive con su madre en un pueblito de las montañas Ozark, en el sur de los Estados Unidos; por Arkansas, Missouri y alrededores. Vive con su madre y con un tipo que aparenta ser su padre. O algo parecido. Un sujeto duro, recio, peligroso y violento. Red. Un auténtico redneck. Un cabrón con pintas que no deja de insultar, vejar y menospreciar a Shug… y de utilizarlo en sus cutres golpes de poca monta. Lo impele a que robe por él medicinas, tranquilizantes y barbitúricos en casas de médicos y enfermos terminales… hasta que es detenido por la policía.

¿Y la madre? ¿Qué opina Glenda de todo esto?

Glenda es una mujer estupenda, con mucha vida corrida, pero siempre al amparo de los hombres. Hombres que le han dado todo lo que ha necesitado. Más, incluso. Hasta el punto de encontrarse, alcoholizada, viviendo en una casa junto al cementerio, de cuyo cuidado se encarga el pequeño Shug.

No voy a contar nada más sobre la novela de Daniel Woodrell, aunque podría. Y no voy a contra nada más porque, en realidad, no importa. Lo que ocurre con los personajes hasta llegar a la muerte del pequeño Shug no es tan importante como cómo lo cuenta el autor, a través de una prosa sugerente, hermosa, poética… hasta que te sacude en los morros y te salta un diente. Y es que esta novela sacude, efectivamente. Pega. Golpea. Y noquea.

Country noir. Así definió el propio Woodrell el género al que adscribiría una de sus anteriores novelas. ¡Perfecta definición! Country noir. Y es que el autor sabe de lo que habla; habiendo nacido, crecido, huido y regresado a vivir a las montañas Ozark, a ese Missouri suyo natal que nos cuenta en sus novelas. Un Missouri al que, desde luego, no te gustaría ir a disfrutar de unas vacaciones. Al menos, de unas vacaciones de placer. ¿Vieron ustedes, hace unos años, una película titulada Los huesos del invierno? Se trata de una joya galardonada en el Festival de Sundance que no deberían perderse. El autor de la novela en que está basada: Woodrell. Ahí lo dejo.

Las relaciones entre los personajes de la novela, sus anhelos, promesas, miedos y decepciones; las pequeñas traiciones que las jalonan, los diálogos y, sobre todo, la amenaza continua de una violencia latente; hacen que nos encontremos ante una obra maestra de la novela negra. Una obra maestra que abre ventanas y traza nuevos surcos en un género que no deja de darnos sorpresas, como bien señala Dennis Lehane en el epílogo del libro.

¿Se acuerdan que, hace unos meses, hacíamos un elogio del epílogo, por encima de esos prólogos que revientan aspectos importantes de la novela que el lector debe descubrir y gozar por su cuenta? Pues lean, lean La muerte del pequeño Shug y disfrutarán tanto de la narración propiamente dicha como de los dos epílogos, uno del propio autor y otro del referido Lehane.

Por cierto, querido Paco, que recibo puntualmente tus cartas y recomendaciones. Y la Carta de la Librera, aunque a veces no acuse recibo. ¡Y hasta os hago caso, de cuando en vez!

Un abrazo.

 

La muerte del pequeño Shug
Daniel Woodrell
Trad.: Isabel González Gallarza
Alba Editorial
 
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Un comentario en “«La muerte del pequeño Shug», de Daniel Woodrell, por Jesús Lens

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