«Miss Octubre», de Stephen Desberg y Alain Queireix, por Francisco J. Ortiz

Francisco J. Ortiz

El asesino del calendario

Un día cualquiera de marzo de 1963, bien entrada la noche, una ladrona se cuela en el museo de la Universidad de California con el objetivo de robar una valiosa reliquia originaria del antiguo Egipto. La alarma del vigilante nocturno y la inmediata aparición de las fuerzas de la ley y el orden la obligan a huir, aunque finalmente es alcanzada en los aparcamientos por uno de los detectives de la Policía. Contra todo pronóstico, ambos se conocen ya: ella le llama por su nombre y le ruega que le permita huir…

Así comienza Miss Octubre, el thriller histórico francobelga escrito por Stephen Desberg y dibujado por Alain Queireix que consta de tres volúmenes con los títulos de “Playmates, 1961”, “La muerta del mes” y “Muy malos recuerdos”; tres álbumes en la tradición (estética y editorial) de la BD o cómic europeo (edición en cartoné, 48 páginas por tomo) que al lector le conviene disfrutar de una sentada, sin esperas entre una entrega y otra, con el fin de no perderse entre las diversas líneas argumentales que acabarán confluyendo en una sola.

 

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De hecho, los personajes que conocíamos al principio de la obra son los dos personajes centrales del relato: la misteriosa asaltante es Viktor Scott, heredera de una familia adinerada que prefiere delinquir a depender de los bienes de su progenitor; el hombre que se plantea dejarla escapar es el teniente Clegg Jordan, dedicado por entero a su trabajo y cuyo matrimonio se encuentra en crisis porque su esposa no tolera seguir viviendo junto a la hija de ambos en una ciudad tan consumida por el crimen y la depravación como Los Angeles. Esta ciudad, la segunda más poblada de Estados Unidos solo por detrás de Nueva York, es el tercer vértice de un hipotético triángulo protagonista: una urbe que tras el glamour y el oropel de Hollywood parece esconder una bomba a punto de estallar, y donde la gota que colma el vaso podría ser la aparición de un nuevo asesino en serie que mantiene en jaque al cuerpo de policía de LA; un criminal que se dedica a violar, torturar y asesinar a chicas bellas, jóvenes y solteras a las que fotografía post mortem en diversas poses propias de una pin up de revistas eróticas, para después renombrarlas como Miss Enero, Miss Febrero… y así sucesivamente, amenazando con continuar hasta cumplir con los doce meses del calendario.

Este último caso es el factor que unirá los caminos de ambos personajes. Pero estos no son los únicos mimbres de los que se vale Desberg para construir la trama de su relato: el guionista belga es todo un maestro a la hora de desarrollar intrigas alambicadas, tal y como demostró en la también recomendable Sherman (que ya comentamos con anterioridad en esta misma web). En esta ocasión, la atractiva protagonista, a la que conocimos enfundada en un traje de cuero propio de su actividad como ladrona nocturna, es sorda, secuela de un asalto con intento de violación en su propia casa que se saldó con un fuerte golpe en la cabeza y una amnesia parcial respecto a lo que ocurrió aquella noche; si aquel suceso mantiene alguna relación con el caso de los asesinatos de las misses, es algo que tendrá que descubrir aquel que avance en la lectura de la presente obra mientras va conociendo a otros personajes relevantes de la misma: la investigadora privada y ex prostituta Juanita Jones (que daría para una serie propia); el teniente de policía Ariel Samson (compañero y rival de su colega Jordan); el millonario Hogan Harley, amigo del padre de Viktor y cuya hija Maddie es amiga de esta; Laurel Finch, un estudiante universitario perteneciente al pasado semiolvidado de la protagonista; o la misteriosa Audrey, cuya identidad no conoceremos hasta el tramo final de la historia…

 

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Como se ve por lo dicho hasta ahora, Miss Octubre presenta un gran número de personajes y situaciones que favorecen participar en el siempre ameno juego del whodunit (“¿quién lo hizo?”). Así, mientras pasa las páginas cada vez con mayor curiosidad e interés, el lector se convertirá en un agente activo que tratará de averiguar la identidad del misterioso homicida, siempre oculto entre las sombras, vestido con una gabardina y tocado con un sombrero que le asemeja, cuchillo incluido, a los asesinos en serie de los gialli, los relatos y filmes italianos a medio camino entre el policíaco y el terror. De hecho, la influencia del séptimo arte en la ejecución del presente cómic es de gran relevancia, más allá de citas explícitas como la de The Misfits (Vidas rebeldes), el film de John Huston que se convirtió en el último trabajo de sus protagonistas Clark Gable y Marilyn Monroe: particularmente, Miss Octubre tiene mucho de película de Dario Argento o, mejor, de su discípulo estadounidense Brian De Palma. Tanto es así que la recreación de los crímenes, así como la época en la que se desarrolla el relato, pueden recordar bastante al film La Dalia Negra, adaptación realizada por este de la novela homónima de James Ellroy y basada a su vez en el asesinato real de la actriz Elizabeth Short en Los Angeles en 1947.

 

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Llegado este punto hay que aclarar que Miss Octubre no carece de defectos: algunos diálogos y situaciones se nos antojan poco naturales; el prólogo que relatábamos al principio de esta nota es un vistazo a un futuro al que no volveremos jamás -dado que el resto del relato acontece dos años antes, en 1961-, y no queda muy claro la relevancia de mostrar cómo ha sido la evolución de los protagonistas en el tiempo; también resulta un tanto forzada la faceta de delincuente del personaje de Viktor, que como otros elementos aparentemente gratuitos (¿qué importancia tiene finalmente la tara física de la protagonista?) no aporta nada significativo al argumento y provoca la en ocasiones molesta sensación de que el guionista de I.R.$. ha querido meter en la cazuela cuantos ingredientes ha tenido a mano. No obstante, esta falta de prejuicios muy en la línea de la ficción pulp, incluidas las dosis habituales de erotismo light y morbo malsano, así como la clara voluntad de mantener la intriga acerca de la identidad del asesino y la resolución de la trama a toda costa, acaban por conferir a la obra una categoría de divertimento de primera fila muy de agradecer.

Por su parte, el dibujante francés Alain Queireix se apoya en una planificación de página meramente funcional, nunca arriesgada, en la línea habitual dentro de las fronteras de la historieta europea; y en ocasiones recurre a modelos del mundo real para definir los rasgos de sus personajes (en varias ocasiones no es difícil ver a Clegg Jordan como un sosias de Jean Dujardin, el actor francés oscarizado por The Artist). Así, su talento se pone al servicio del libreto de Stephen Desberg y recrea con una espectacular atención al detalle una época pasada… y, de paso, un estilo de hacer cómics (divertidos, entretenidos, descarados) que, lamentablemente, parece más propio de tiempos pretéritos que de los actuales.

Miss Octubre (3 volúmenes)
Stephen Desberg (guion) y Alain Queireix (dibujo)
NetCom2 2012 – 2013

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