Jesús Lens Espinosa de los Monteros
No debe haber para una pareja, nada más horroroso e insoportable que la desaparición de un hijo que, por ejemplo, una mañana sale a repartir periódicos con su bici y no vuelve a casa. No va a comer. No llega a la hora de la cena. No aparece para dormir. Ni asoma al día siguiente. Ni llama por teléfono, transcurrida una semana.
Un jovencito apenas adolescente que desaparece sin dejar rastro. O, más concretamente, que se evapora de las calles de, por ejemplo, Indianápolis; y tras él no queda ni su bicicleta.
A partir de ahí, la nada.
Porque la investigación policial se estanca. Porque el cuerpo del niño no aparece. Porque nadie pide una recompensa a sus padres.
El vacío. El silencio. El horror.
Este es el punto de partida de Ciudad del sol, de David Levien, publicada en la fascinante colección Roja y Negra que dirige Rodrigo Fresán para la editorial Mondadori.
Catorce meses después de su desaparición, el padre del chaval desaparecido, que no se resigna, contrata a un detective retirado para que colabore con la policía. Su nombre, Frank Behr. Pero Frank no quiere llamar a nadie a engaño. Sabe, más que de sobra, que será prácticamente imposible encontrar al chaval. Al menos, encontrarlo con vida.
En la investigación, y a su pesar, contará con el apoyo del padre del chico desaparecido. Y con su experiencia. Y con su entrenamiento. Un severo entrenamiento físico que, quizá, enmascare alguna carencia. Algún pecado. Alguna culpa. Pero de todo ello nos iremos enterando a lo largo de la lectura.
Levien, que viene del mundo de Hollywood y de haber escrito algunos guiones, consigue una novela extraña, en la que se cruza la melancolía, la pérdida y el dolor con la fascinación por una narración trepidante en la que cada cabo de la investigación parece no conducir a ningún sitio, pero cabos de los que hay que seguir tirando, igual que el lector seguirá pasando páginas, una tras otra, hasta la resolución final de una de esas historias que dejan poso.
Hay gente que piensa que toda la novela negra es igual: un crimen, un delito y un poli o un detective que investigan para resolverlo. En ese sentido, Ciudad del sol, por supuesto, es como todas las novelas negras. Pero distinta. El dolor, el abatimiento y la desesperanza que afligen a los protagonistas le dan un tono especial, que se aprecia desde las primeras páginas.
Prueben. Prueben a leer Ciudad del sol y cuando la hayan terminado, lo hablamos. Porque si la empiezan, ya no la dejarán.
Ciudad del solDavid Levien
Trad.: Óscar Palmer Yáñez
Roja & Negra
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Estoy con la lectura de la novela y me está encantando