En algún lugar he leído que la mente humana no está preparada para soportar la muerte de un hijo, que existen términos para denominar a quienes sobreviven al cónyuge -viudo, viuda- o se quedan sin padre o madre -huérfano, huérfana-, pero no para señalar a quienes pierden a un hijo.
Tal vez por tratarse de una experiencia dificilmente superable.
Tal vez, sin embargo, todavía sea peor la pérdida de un hijo (o hija) sumado a la duda acerca de si ha muerto o ha desaparecido sin dejar rastro, si por voluntad propia o por causas ajenas a ella.
Y todavía peor, si cabe, si tal circunstancia se ve agravada por la sensación experimentada por el padre (o madre) al comprender que parte de la culpa de lo sucedido, por acción u omisión, recae sobre los propios hombros.
Por no atender aquella última llamada al móvil a altas horas de la madrugada.
Noemí Monteagudo. La muchacha desaparecida.
Julio, el padre coraje, y Marisa, su mujer, abandonada desde hace tres años a somníferos y antidepresivos. Yolanda, la única de la familia que todavía se resiste a perder la cabeza, la que quiere seguir como sea con su vida, con su trabajo de periodista cuatrocientoseurista, la que lucha por sacar del pozo del alcohol y la desesperación a su padre, empeñado en proseguir la inútil búsqueda aunque sea recurriendo a una conocida medium, Samantha Damon, y su asesor y hombre para todo, Luca.
Y con la desaparición como punto de partido y este puñado de personajes -que, por condensar, podemos resumir en tres: Julio, Yolanda y Samantha-, Empar Fernández explora como nadie el sentimiento de culpa, la angustia de la ignorancia y la impotencia, somete al lector a un estado de congoja permanente y de tensión continua con una trama que, al margen del intimismo que destila, te mantiene de principio a fin en un creciente estado de alerta.
Porque se huele, se intuye, que la sorpresa puede saltar en cualquier momento, a medida que Julio trata de seguir los pasos de su hija desaparecida, a medida que Yolanda trata de desmontar el engaño televisivo -con grandes índices de morbo y audiencia, conceptos estos que siempre suelen ir juntos de la mano- montado en torno a la vidente.
La última llamada es otra excelente novela de Empar Fernández que sigue en parte la estela de Sin causa aparente o La mujer que no bajó del avión para indagar en los más íntimos sentimientos humanos, una novela escrita con la exquisitez que caracteriza la prosa de la autora y que el lector degustará -valga la paradoja- de principio a fin con un nudo en la garganta.
La última llamadaEmpar Fernández
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