«Lennox», de Craig Russell, por Sergio Torrijos Martínez

LENNOX-1Sergio Torrijos Martínez

Craig Russell inició su andadura literaria con un inspector diferente, Jan Fabel, y en una ciudad diametralmente opuesta a la actual, Hamburgo. En un salto cualitativo cambió a Fabel por Lennox y Hamburgo por Glasgow. En ambos casos respetó la época, la Europa de la postguerra, aunque en la presente novela la datación es mucho más concreta, año 1950.

No he leído las novelas del comisario Jan Fabel pero sabía que tarde o temprano Craig Russell se cruzaría en mi camino, como así ha sido. Del comisario alemán poco puedo decir, tan sólo algún comentario de oídas pero de Lennox si que podemos hablar largo y tendido.

Por lo pronto lo mejor de la novela es su ambientación, absolutamente fascinante. Glasgow está reflejado con una tersura, una precisión y un saber hacer que provoca envidia. Existen momentos en que sientes la niebla tocarte la cara y notas el smog que ataca tus pulmones. La mezcla de ciudad industrial y bajos fondos no puede estar mejor escogida. Miseria y trabajo extenuante hacen una mezcla complicada de solventar. A ello le tendríamos que sumar el amor de los nativos a la ingesta alcohólica que provoca que toda la ciudad sea un territorio minado, un entorno agresivo en el que Lennox intenta descubrir verdades inconfesables. Le acompañan tipos con gráficos nombres como Deditos McBride, cuya principal fama consiste en cortar los dedos de los pies de quién tortura, o de por ejemplo Martillo Murphy, cuyo apodo es baladí explicar. A eso se le suma un entorno policial agresivo, policías con la mano muy larga y que son un verdadero cuanto poder.

Los lances son continuos y también la cantidad de mujeres que pasan por la vida de Lennox, pero perdón que me he precipitado, volveremos a ello más tarde.

Al principio la lectura me sonaba muy manida, con demasiadas reminiscencias de los clásicos del género negro, me parecía que era un esfuerzo por extrapolar a Sam Spade a tierras escocesas, pero poco a poco, a golpe de exabrupto relacionado con el sexo me fue metiendo en el argumento y haciéndome olvidar del americano.

Me explico.

Lo único que diferenciaba a Lennox de los viejos detectives americanos era la capacidad explícita de mostrarnos sus intenciones en cuanto al sexo femenino. Los Hammett y compañía eran mucho más contenidos; Russell, no. Tal vez el cambio de época o tal vez sea ese un elemento más del autor para intentar diferenciarse.

Poco a poco, como ya comenté, el libro me fue enganchando, la personalidad de Lennox iba tomando un camino diferente, diferenciándose con los americanos, poniéndole más corazón, más añoranza de un pasado y también un carácter más quijotesco. Es cierto que se respetan las normas de la novela negra, tal vez en demasía, pero eso no impide que la obra funcione y lo haga con ritmo.

Todo se inicia cuando Lennox tiene un encuentro con un mafioso local, Frankie MacGahern, que pide la ayuda del detective para esclarecer el asesinato de su hermano. Lennox se niega puesto que conoce el funcionamiento de los bajos fondos de la ciudad y antes de acometer esa investigación debe tener el beneplácito de quién dirige el cotarro en Glasgow, que son los llamados Tres Reyes. Ellos son una corporación que más que bien avenida es equilibrada puesto que sus fuerzas de manera individual no suman como para derrotar a los otros dos. El asesinado Tam McGahern era una estrella en alza, un mafioso con aspiraciones y la suficiente capacidad de violencia como para inquietarlos. Los Tres Reyes aprueban la investigación de Lennox y el detective se decide a intervenir. A partir de ese momento aparece un mundo turbio, anguloso, donde la media verdad es la reina y donde los intereses y los tratos de burdel son una característica más.

Los mafiosos entre los que se mezcla Lennox no son solo unos brutos al uso sino que tienden a la suspicacia y a las conspiraciones bizantinas. La astucia es en ellos un elemento imprescindible de sus vidas y sus negocios.

La novela tiene la tendencia a la sordidez que se acompaña con la miseria de la clase obrera que habita la ciudad. Todo en Glasgow da la sensación de ser sucio, tener varias capas de hollín y mucha ambición. En algunos momentos el autor describe la lluvia como sucia y ese es un elemento más que oscurece toda la narración.

La trama se va enredando como un ovillo de lana. La única manera de solventarlo es la constancia de Lennox y también su instinto que va guiándonos en ese enmarañado bosque de intereses. Probablemente sea la parte más trabajada de la novela, con una densidad y unos recovecos que hacen que todo sea imprevisible.

Craig Russell tiene un estilo muy personal, muy particular, tiene maña para mostrarnos personajes interesantes y lo hace sin casi esfuerzo. Es cierto que en los personajes femeninos tiende a la repetición y casi no se llega a atisbar el alma femenina en algunas de las protagonistas, que tenían un pasado que se presume interesantísimo.

No me extiendo más.

Recomiendo la novela. A todo aquel que le gusten las tramas enrevesadas desentrañadas por un detective insumiso a los golpes y a los besos de las muchachas guapas este es su libro. Toques de clasicismo mezclado con un ambientazo tremendo. Todo en Lennox y en la ciudad de Glasgow muestra dureza y un toque de muy mala leche.

Lennox

Craig Russell
Trad.: Eduardo Hojman
Roca Editorial

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Un comentario en “«Lennox», de Craig Russell, por Sergio Torrijos Martínez

  1. Coincido contigo, hace tiempo que leí Lennox y creo que todavía me estoy quitando capas de sucia pegajosidad del ambiente de la ciudad y de sus tabernas de esta historia que te va enganchando. El ambiente gansteril insuperable. Un saludo

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