En octubre de 2015, y tras demasiado tiempo en mi libronevera (electrodoméstico imaginario en el que almaceno los libros a los que todavía no les ha llegado la hora) acometía la lectura de la segunda novela de Noelia Lorenzo Pino, la primera de lo que parecía iba a ser una serie protagonizada por dos miembros de la Ertzaintza, la agente Eider Chassereau -pronúnciese Xaseró- y el suboficial Jon Ander Macua.
Disfrutada y reseñada, terminaba mi comentario diciendo «una buena historia y, repito, unos excelentes personajes que pueden dar mucho de sí. Al tiempo».
Pues bien, el tiempo de Eider y Jon Ander, así como el de la jefa, Juncal Baraibar, el comisario Koldo Mayo o los agentes «rivales» Ekeno y Peio -porque como en la vida misma, aquí hay un equipo, más o menos avenido, pero avenido al fin y al cabo-, su tiempo, digo, ha llegado.
Y, evidentemente, ha llegado para quedarse, pues en su segunda entrega, La chica olvidada, nos encontramos con una historia mucho más pulida, más creíble -me remito a mi reseña de la anterior, en la que decía que los asesinos en serie no terminan de convencerme-, con unos personajes que han crecido, evolucionado favorablemente, dejado atrás algunos miedos o problemas -al menos lo intentan- y afrontando otros nuevos mientras tratan de resolver el asesinato de una muchacha de veinte años que -lo sabrán después- presenta ciertas similitudes con otro cometido en la misma zona catorce años antes.
Y si el proceso de investigación resulta intachable, describiendo cada uno de los pasos que los agentes deben dar a partir de los pocos elementos disponibles y todo ello narrado con solvencia y soltura, no dejemos de lado esos aciertos que ya descubríamos en La sirena roja y que aquí se acentúan: el gran oído de la autora para los diálogos y su capacidad para observar, analizar y describir las relaciones humanas. Porque, como en todos los oficios, los policías lo son durante unas cuantas horas al día, pero personas lo son a jornada completa.
La novela, en lo que a los lectores puramente criminales les interesa, se desarrolla a un ritmo perfecto, ni ese «trepidante» con que suele adjetivarse otras novelas de las que poco más se puede decir, ni demasiado pausado por las necesarias subtramas que nos ayudan a comprender mejor a unos personajes con los que, al terminar la lectura, querremos pasar unas cuantas horas más. Unas cuantas novelas más.
En cuanto al desenlace, a algunos les parecerá -a mí me lo pareció en un principio- un tanto excesivo a pesar de barruntar algo desde páginas atrás. Pero yo les pido que recapaciten, lo piensen en frío y me respondan, ¿cómo reaccionarían ustedes en una situación similar? Pues eso.
Leo en alguna entrevista a Lorenzo que ya está trabajando en un nuevo caso para Chassereau y Macua. Y los lectores, los seguidores de la pareja, frotándonos las manos.
La chica olvidada
Noelia Lorenzo Pino
Erein