Teresa Suárez
A fin de evitar quebraderos de cabeza, el SUDES (sujeto desconocido) antes de tomar un vuelo desde Torreón a Ciudad de México, decidió informarse sobre qué se puede llevar y qué no en el equipaje de mano cuando se viaja en avión. Para resolver sus dudas consultó la guía que Skyscanner, el comparador global de vuelos, hoteles y alquiler de coches, ha realizado sobre los productos que están permitidos subir a cabina: objetos de uso normal (mecheros, tijeras, cortaúñas), dispositivos electrónicos, medicamentos, líquidos, armas, herramientas, sustancias químicas, tóxicas o explosivas y un largo etcétera en el que nada se decía sobre su bífida carga.
Sabe que los animales domésticos (del tipo perros, gatos o pájaros), siempre que no superen un peso determinado, pueden ser aceptados como equipaje en bodega o en cabina de pasaje, pero sabe también que el acceso de esos otros animales etiquetados como exóticos está mucho más restringido. Claro, que si eres nacido y criado en México, país que cuenta con 700 especies (de las cuales solo cuatro son venenosas: cascabeles, nauyacas, coralillos y cantiles) es normal que no consideres a las serpientes como animales particulares o extraños, ¿no les parece?
Aeropuerto Internacional de Torreón Francisco Sarabia. Control de aduanas. Los agentes que inspeccionan el equipaje de nuestro SUDES no detectan nada raro. Aunque en México el otoño es una de las estaciones más agradables del año (temperaturas suaves de hasta 20º C, cielos despejados y brisa ligera y fresca), tanto en los amaneceres como en los atardeceres la temperatura desciende hasta 10ºC y eso, cuando tienes la sangre fría y eres serpiente, te produce un repullo que te empuja a entrar en ese estado de sueño profundo conocido como hibernación, permaneciendo inmóvil en una postura que te permita conservar la mayor cantidad posible de calor. Así que no, no hay ningún movimiento extraño dentro de la maleta que capte la atención de los policías.
Teniendo un recipiente que no desprende calor que delate su presencia, que no se mueve y que no traspasa (y no es un producto de higiene femenino), ¿quién necesita mulas para pasar droga? ¡Auguro un futuro prometedor al Chapo Culebra!
Vuelo AM231 de Aeroméxico. La aeromoza azteca escenifica las instrucciones de seguridad. El Comandante, en su nombre y en de la tripulación, da la bienvenida a los pasajeros y les agradece su confianza. Despegue sin contratiempos.
Una vez en el aire, la cabina comienza a caldearse con un calor humano que revive, literalmente, a nuestra sibilina amiga. Deseosa de estrechar lazos con los demás viajeros, se descuelga del compartimento superior, donde se guarda el equipaje de mano, y deambula por encima de las cabezas de varios pasajeros, mientras el listo de turno, callado como un puta, graba con el móvil el sinuoso recorrido regocijándose por anticipado del millón de likes que su video, está seguro, conseguirá en la red.
La sierpe, de aproximadamente un metro de largo, cae por fin al suelo entre las filas 5 y 6, momento que uno de los miembros de la tripulación, siguiendo el protocolo establecido para el manejo y control de fauna, aprovecha para echarle una manta encima dejándola momentáneamente K.O., en medio del ataque de pánico general.
“Mayday, mayday. Bicha a bordo, bicha a bordo”, comunicó el piloto a la torre de control del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, que dio prioridad, claro está, al aterrizaje. Mientras los pasajeros huían despavoridos por la parte trasera del avión, varios operarios especializados en control de animales lograron reducir a la serpiente. Una vez agarrada, probablemente para salvaguardarse de posibles demandas, la compañía se encargó de difundir que no era una especie venenosa.
¿Trata de reptiles? ¿Infracción por transportar sustancias tóxicas en estado natural? ¿Narcotráfico (pendientes de pasar la serpiente, una vez espabilada, por el escáner)? Las autoridades locales han abierto una investigación para esclarecer ante qué tipo de delito nos encontramos y quien o quienes son los responsables.
Después el juez decidirá si la pone a la sombra o si la serpiente queda en libertad con cargos.
Como no tengo vocación de herpetóloga en absoluto (detesto todo lo que repta o se arrastra), si alguna vez una Snake me muerde on a plane, lo tengo clarísimo: en vez de un chorrito de aceite, remedio de la señora Hemsworth (nuestra internacional Elsa Pataky) en la película de David R. Ellis, prefiero que sea el señor Hemsworth, Thor a tiempo parcial, quien me succione el veneno de la herida…
… Si no tengo salvación, que me remate dándome con su enorme martillo (¡ay!) donde prefiera.