Nueva Orleáns 1968. Un temible francotirador tiene aterrorizada a la ciudad, pues no es el típico asesino de masas, que se inmola después, sino que mata a una o como mucho a dos personas, y después se esfuma. Y entre las víctimas del asesino cae la periodista Esmé Dupuy, y junto a ella se encuentra el detective, o matón o buscavidas, Lew Griffin, que desde hace un tiempo trata con la periodista. Y Griffin se lanza a la búsqueda de tan esquivo personaje que rompe los moldes de la rebelión y la ira que fermenta entre blancos y negros en los EE.UU. de aquellos momentos.
De esta forma se inicia la tercera entrega de las peripecias de Lew Griffin, un sabueso mucho más del lado de la novela negra, que del de la novela policíaca, un hombre que nos transmitirá cómo fluye la sangre de la ciudad, la desesperación y el insondable dolor que contiene, y que rezuma por sus palabras y sus hechos. Un hombre para el que la furia y la insatisfacción no consiguen calmar el malestar que le surge a borbotones. Un hombre distinto, pues a pesar de sus actividades de guardaespaldas o cobrador de morosos, es capaz de ayudar a aquellos a los que va a apretar para que paguen o se enfrenta a sus contratadores para que no envilezcan más las duras situaciones por las que tiene que pasar.
En las páginas de esta historia se irá encontrando con buena gente como el periodista Hosie Straughter, un blanco al que le duele la situación de injusticia social y miseria en la que se encuentra buena parte de la población negra, o el policía Don Walsh, al que le unirá no sólo el interés común de encontrar al francotirador, sino una mirada dolorosamente lúcida sobre la situación social y las posibilidades de su modificación.
Pero una de las grandes riquezas de este libro son el variopinto grupo de personajes negros que aparecen. Bluesmen, camareros, dueños de empresas, buscavidas, prostitutas y todo un mundo que palpita en el sofocante y pútrido ambiente de Nueva Orleáns. Nos hablará de los que viven aparte de la ley, pero también y es una de las más interesantes partes de la novela, cuando habla de los grupos organizados de negros para afrontar y solucionar esta situación, grupos de autoayuda, banqueros de negros, compañías de seguridad o grupos claramente dispuestos a echar mano de la violencia para enfrentarse al hombre blanco y sus exigencias.
La mirada de Sallis y su estilo rinden un claro homenaje al gran escritor Chester Himes, que aparecerá en persona en algún momento de la novela y que, como él, pretende mostrarnos la desesperación, la rabia y la ira de una sociedad y un protagonista que no saben qué hacer con la dureza de las condiciones de vida de mucha gente que les rodea.
Y además no proponen soluciones maravillosas, pues su idea sobre el ser humano no resulta precisamente muy esperanzadora. En esta línea llega a afirmar: «Tardamos en comprender que nuestras vidas carecen de argumento. Al principio nos imaginamos en el centro de las grandes luchas entre la luz y la oscuridad, héroes en pijama o con Levi’s, inmunes a la gravedad que empuja a los demás hacia abajo. Más tarde, urdimos escenas en las que los acontecimientos del mundo giran alrededor de nosotros como lunas, como mariposas nocturnas alrededor de las luces de nuestros porches. Por último, empezamos a comprender, dolorosamente, que el mundo ni siquiera reconoce nuestra existencia. Somos lo que nos sucede, la gente que hemos conocido, nada más».
En esta línea el protagonista tendrá como libro de cabecera El extranjero de Albert Camus, y ese dolor existencialista de la vida empapa toda la narración y, como brutal colofón, usará una terrible cita de Juan Goytisolo de En los Reinos de Taifa.
La narración tampoco es la propia de una novela negra, pues está llena de recodos personalistas, reflexiones, y en algunos momentos es dirigida por las turbulencias alcohólicas del protagonistas o por las brutales secuelas de las muy contundentes tundas que recibe a lo largo de la novela.
Y esa sensación de duros golpes es la que sentimos al recorrer las páginas de su libro, pues nos va golpeando con el dolor que rezuma la situación, con las duras circunstancias del protagonista, pero todo ello está escrito con una maestría, con un cuidado, y me atrevo a decir que con una delicadeza, que permite afirmar que este libro es una auténtica joya de la literatura negra, tanto por lo literario como por lo negro .
El avispón negroJames Sallis
Trad.: Elena de Grau Aznar
Poliedro