Novela: «La habitación en llamas», de Michael Connelly

Sergio Torrijos Martínez

Harry Bosh a punto de jubilarse, en el tramo final del reenganche, a un pequeño paso del retiro, tanto que por momentos nos dice que quiere disfrutar cada momento de lo que pueden ser sus últimos casos o sus últimas actuaciones como policía. Incluso le ponen como compañera a una novata, para que la adiestre y le inculque lo que la experiencia le ha enseñado. El caso, en esta ocasión un tanto extraño, es un asesinato postergado diez años, pues se parte de un hombre herido cuya muerte termina por dictaminarse como asesinato ya que la herida le provocó la muerte con la salvedad que fue una década más tarde.

Connelly, al que todos conocemos, no se complica mucho con las tramas, suelen ser más bien simples porque lo bueno de él, y eso lo sabe perfectamente, es el desarrollo, cómo nos va mostrando el recorrido de la investigación, cómo paso a paso se va acercando a lo que fue la realidad, eso es Harry Bosch en esencia. Aquí, no puedo evitar las referencias pasadas, lo vuelve a hacer y lo hace tan bien que te lees la novela a una velocidad atroz. Más aún cuando el bueno de Connelly, como acostumbra, nos mezcla dos casos y nos va dando una de cal y otra de arena, eso sí con sapiencia, administrando los avances en la investigación y consiguiendo que te preguntes, sin cesar, como puede hacerlo tan bien y que sea tan entretenido. Incluso Harry Bosch, quién nunca ha sido santo de mi devoción por motivos muy variados, llega a enternecerme, sobre todo por esa constancia en la resolución de un caso, en ese empecinamiento en la búsqueda de la verdad, pues de alguna forma Connelly ha conseguido humanizarlo, tal vez por dotarle de esa precariedad que da que sea, con mucha probabilidad, su último caso. También por ver a Bosch como un detective veterano que al mostrarse como referente de su compañera se humaniza, pues la trata con un respeto encomiable y ese nunca ha sido uno de los puntos fuertes del detective.

Bosch/Connelly nos muestra una ciudad, más bien un complejo urbanístico, en toda su dimensión. En esta obra con referencias cruzadas sobre el territorio consigue que la monstruosa ciudad se humanice y que nos muestre que, tras esas ciclópeas dimensiones, existe una historia en cada esquina, una resma de un crimen o de una historia que se irá por el sumidero del tiempo. Así consigue enlazar parte de la investigación en unos hechos luctuosos ocurridos en 1997, cuando unos atracadores se enfrentaron a media policía de la ciudad a tiro limpio y que se muestran en la ficción como parte de esa realidad que siempre sazona el mundo de Connelly/Bosch. Si tienen un momento existen videos sobre el particular y que nos ofrecen otra dimensión sobre los hechos que se relatan.

Leer a Connelly siempre es un placer. Posee una larga trayectoria que ahora mismo le coloca en los puestos punteros de la narrativa policial, cabe destacar su capacidad para seguir trabajando un personaje como Bosch y plantearnos lo que nos falta por leer de él es un acto de voluntad enorme. No nos queda otra que esperar acontecimientos, aunque con Connelly está claro que habrá próximas entregas, y fíjense que he utilizado el plural.

 

La habitación en llamas

Michael Connelly
Trad.: Javier Guerrero Gimeno
AdN Alianza de Novelas

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