“Desde hoy el alfabeto acaba en la y” escribió en Facebook Jamie Grafton, hija de Sue, el 29 de diciembre de 2018, para comunicarnos que su madre había fallecido la víspera, tras dos años de lucha contra el cáncer. La Wikipedia en inglés incluye el detalle de que Sue Grafton falleció en los servicios de urgencias del hospital de Santa Bárbara, California.
Asi pues, para cuando la versión traducida de Y is for Yesterday llegó a mis manos, yo ya sabía que sería el último libro del Alfabeto del Crimen, que no habría z ni ninguna novela más. Quizás sugestionada por ese conocimiento (y por esa pena, penita, pena, por qué no reconocerlo), Y de Yesterday me ha sonado a despedida. Todo esto no son más que meras elucubraciones y especulaciones mías, porque no sé hasta cuándo estuvo Grafton en condiciones de escribir, si pudo rematar o no esta novela, que en USA salió en agosto de 2017, o si tenía empezada la Z (yo creo que sí, porque así nos lo contó cuando estuvo en Barcelona y porque he leído que tenía previsto publicarla en 2019; el título sí que lo tenía decidido: Z is for Zero), pero, como digo, me ha sonado a despedida y a relleno la repesca de personajes de antiguas entregas, algo que Grafton no solía hacer: también dijo en Barcelona que en cada libro intentaba ofrecer cosas nuevas y así lo hacía.
Por eso especulo (repito: especulo) que quizás cuando enfermó ya tenía diseñado el esqueleto de Y de Yesterday y, cuando ya no estuvo en condiciones de trabajar a pleno rendimiento, lo fue rellenando como pudo, pero siempre con pericia.
Me suenan a relleno, como digo, a querer construir una novela quizás un poco más larga de lo necesario, los personajes recuperados de anteriores entregas, junto con sus minibiografías, y las tramas secundarias y hasta terciarias que nos hacen ir saltando una década adelante y atrás en determinados sucesos criminales acaecidos, como siempre, en la ficticia ciudad de Santa Teresa, California.
La trama principal es, como suele suceder con todos los detectives privados, un encargo: una familia adinerada de Santa Teresa contrata a Kinsey Millhone para que investigue un intento de extorsión, tras el cual vamos descubriendo turbios y desagradables asuntos de abusos sexuales (Grafton no ahorra descripciones bastante gráficas e inhabituales en ella), un asesinato y un culpable huido sin dejar rastro.
La trama secundaria la protagoniza en exclusiva un asesino en serie huido en X de rayos X, la entrega anterior: Ned Lowe persigue a Kinsey para matarla y mira que me sabe mal criticar a Grafton, pero este hilo queda flojo, pues no se acaban de entender los motivos del asesino, su terquedad, su fijación por Kinsey, su “capricho”, su búsqueda de unos presuntos “recuerdos” de sus víctimas. Por eso me suena a relleno. Pero también me hace pensar en algo que también decía la propia Grafton: que, a diferencia de los crímenes de ficción, los reales se nos antojan más incomprensibles, absurdos e inmotivados.
Y una partecita de esta segunda trama, otro rellenito tal vez, se dedica a la exmujer de este asesino, que vive con una identidad oculta, a un vecino suyo que la protege… Y así, varias escenas se prolongan como ramas un poco inútiles que no llegan a florecer nunca.
Luego hay otra trama, que no es del todo trama, porque no tiene hilo argumental, sino que vienen constituida por pinceladas de sucesos, de peripecias varias, a menudo chuscas, de tono bufo, que se acaban entrelazando con la trama secundaria. Las protagonizan la también repescada Pearl White (una sintecho obesa y caradura), su amigo Lucky y su perro Killer y el gato Ed del vecino Henry.
Y podemos hablar incluso de una trama de cuarto rango: la de la prima Anna (otra restacada de entregas anteriores) y sus nuevas amistades en Santa Teresa, que son (oh casualidad, de nuevo) antiguos amantes de Kinsey.
Me da mucha pena, en fin, tener que despedirme de la detective Kinsey Millhone, una tipa que ha vivido encapsulada entre los 30 y los 38 años mientras el resto de los mortales hemos envejecido casi cuarenta; una tipa que me cayó bien desde que la conocí, porque es lista, dura, simpática, fiera y auténtica: no pretende ser lo que no es; cuando tiene miedo, dice que tiene miedo y es lo suficientemente valiente para mostrarnos que es vulnerable. Llego a amarla y a admirarla de verdad cuando se pone viborilla y saca el doble filo para rebanar rápidamente cualquier intento de pensamiento hipócritamente limpio, de comportamiento socialmente aceptable. Me encanta la Kinsey más despiadada, la que disfruta y se pone divertidísima odiando. En tales pasajes Grafton consigue un delicioso tono coloquial y humorístico que la traductora reconstruye magistralmente.
Y me da mucha pena, por supuesto, tener que despedirme de Grafton, de doña Sue Grafton, pero me repongo, sustituyo la pena por agradecimiento y le digo que muchas gracias, Sue, por tantísimos buenos momentos. Hasta siempre.
Y de YesterdaySue Grafton
Trad.: Victoria Ordóñez Tusquets
Y de yesterday sigue pendiente de lectura. Aguantaré tanto como pueda ya que yo no quiero despedirme ni de Kinsey Millhone ni de Sue Grafton ni de las cubiertas de Loredano.
Siempre he sido un seguidor de Sue Grafton y la he leido de la A a la Y . Es muy buena y muy original.
Yesterday me ha parecido una gran novela y una despedida inmejorable. Nos acordaremos mocho de Kinsey, muy grande.
La reseña de Noemí excelente.