Novela: «Muerte entre las estrellas», de Laura Balagué

Noemí Pastor

Me sentí muy feliz y honrada cuando Laura Balagué Gea me ofreció presentar su novela Muerte entre las estrellas. ¿Por qué? Por muchas razones.

La primera, porque le tengo mucho aprecio. Laura es compañera en aventuras varias y, además, es una tía estupenda.

La segunda, porque la novela merece mucho la pena. Es breve, sencilla, bien construida, bien armada narrativamente y muy entretenida. Está a la altura de las sagas policiales que se publican hoy en español; a la altura, por ejemplo, por citar algunas autoras que también tienen saga con investigadora, de Alicia Giménez-Bartlett, Rosa Ribas o Noelia Lorenzo.

Las primeras líneas de la novela ya nos dan una idea de lo que va a ser. Comienza con diálogos: dos amigas charlan y hacen planes. Produce una sensación de ligereza y liviandad. Ya escribí en esta misma revista, a propósito de La muerte es una vieja historia, de Hernán Rivera Letelier, un elogio de la novela ligera. Decía esto: “Yo siempre he sido muy de novelón, de tochos gordos de hacia mil páginas que me tengan absorta durante días y días, pero voy evolucionando sabiamente y cada vez aprecio más la nouvelle, el relato rápido, candencioso, breve, liviano como una cancioncilla pop.”

Muerte entre las estrellas es así: fluye, acaba los capítulos con buenos golpes de efecto que te hacen querer seguir con el siguiente, acelera el ritmo paulatinamente en los últimos tramos, a medida que se acerca al final, y no pesa; aunque tiene excursos y trata muchos asuntos, no se hace plomo jamás.

Una forma de conseguir esa bendita ligereza, esa fluidez, consiste en mezclar hábilmente (repito: hábilmente) lo trágico con lo frívolo. Y digo lo frívolo, pero debería decir lo aparentemente frívolo, lo aparentemente superficial, porque Balagué observa detenidamente las superficies y descubre en ellas unas ventanitas, unos agujeritos, por los que se vislumbra lo que hay debajo, lo profundo, lo transcendente. Luego está la cuestión de quién decide qué es importante, profundo, transcendental, esencial y qué es accesorio o superficial o accidental, que ahí tenemos un debate literario y filosófico.

La anterior novela de Laura Balagué, también protagonizada por la misma inpectora Arregui, Las pequeñas mentiras, se encuadraba en un marco temporal apremiante: las Navidades. La inspectora se veía presionada por el paso de las jornadas navideñas en su ciudad, Donostia-San Sebastián: los días de fiebre de compras, Santo Tomás, el día de la lotería, la Nochebuena… Van pasando los días, no se resuelven los crímenes y eso agobia.

Aquí, en Muerte entre las estrellas, el marco temporal apremiante (y no solo apremiante, pues tiene otras funciones narrativas) es el Festival de Cine, que va desarrollando su ritual: sus galas, sus ruedas de prensa, sus cenas… y marca el paso de los días.

Otro marco temporal agobiante más global es la edad de la protagonista y los problemas de salud que le causa, pues acostumbra a comenzar los capítulos con noticias de su mala salud: insomnio, cansancio, migrañas…

Así, el tiempo transcurre en dos dimensiones y apremia en todo momento.

La protagonista, la inspectora de la Ertzantza Carmen Arregui, nació, como digo, en una novela anterior. Acabamos de decir de ella que tiene mala salud: los típicos achaques de una señora de alrededor de 50 años. Carmen Arregui se diferencia de la mayoría de investigadoras protagonistas de sagas en que todas las demás son jóvenes; con la excepción, quizás, de Petra Delicado, que va quemando etapas vitales, todas las demás lo son. No se acaba de romper el tabú de las mujeres maduras.

Balagué escribe su novela en tercera persona, lo cual es una apuesta difícil: ya que Arregi es la protagonista absoluta y la cámara la sigue todo el rato, convenía la primera persona, como hacía, por ejemplo, Sue Grafton con su detective Kinsey Milhone.

Laura Balagué no cree que las novelas policiales escritas por mujeres sean diferentes de las escritas por hombres. Yo,sin embargo, he encontrado en Muerte entre las flores elementos que no me he topado nunca en novelas escritas (y protagonizadas) por hombres. Por ejemplo, una novela escrita por un hombre no hablaría nunca jamás de la menopausia ni del insomnio, el cansancio o las migrañas, todos ellos males difusos típicamente femeninos. Si Arregui fuera un hombre, tendría secuelas de un balazo o de un castañazo con la moto. Ella, en cambio, habla de empatía, hace listas de tareas en las que se mezcla lo profesional con lo casero, manipula y elogia el arte de la manipulación, a veces se hace la victimilla y lloriquea un poco porque no le valoran las renuncias y recurre a la intuición.

Un párrafo (o varios) hay que dedicárselos a la víctima del crimen que investiga Arregui; vamos, a la muerta. Es una pero parece que son dos: tiene una doble vida, un doble activismo, ergo hay un doble motivo para matarla, lo cual pone la cosa más difícil a la Ertzaintza.

Como toda buena novela negropolicial, esta toca varios temas extraliterarios. El principal es el cine. Ya en el título hace un guiño u homenaje a Muerte entre las flores, de los hermanos Cohen, y todo el relato respira fascinación por el cine y su gente, de la que en algún momento se dice que son también como personajes de ficción, que en realidad no existen. Balagué se recrea en este juego entre realidad y ficción, entre personajes ficticios y personajes reales, que, por otra parte, presenta con descripciones breves y eficaces que nunca cansan. Con tres pinceladas, ya construye un retrato sólido, a la manera de mi también adorada Ruth Rendell.

La novela se desarrolla, como digo, durante el festival de San Sebastián, al que Balagué, me consta, es asidua. Una componente del jurado es asesinada y ante la inspectora Arregui deben desfilar todos los demás miembros, que, como digo, se describen breve y eficazmente, de manera que no he podido evitar pensar que detrás de estos personajes hay un ser real del mundo del cine, que estoy ante una novela à clé, y se me pasan por la cabeza nombres como Carlos Boyero o Ricardo Darín.

Para acabar con el cine, solo me queda decir que esta novela encierra una película estupenda, de esas que nos encantan, de cine dentro del cine, como La noche americana de Truffaut, Ed Wood de Tim Burton o ¡Ave, César!, por no alejarnos de los hermanos Cohen. A Balagué, que está dispuesta a vender los derechos de autora, le gustaría que estuviera dirigida por Raúl Arévalo y protagonizada por Blanca Portillo.

Otros asuntos que Balagué trata, siempre ligera y acertadamente, son, por ejemplo, las relaciones familiares y las laborales (como en las series televisivas, hay tramas secundarias que las desarrollan), el Opus Dei (que también salía en la anterior novela de la saga), el porno, la extrema derecha en Europa y el antiislamismo, el racismo en general, los abusos a menores… Todo un catálogo de males de nuestro tiempo que nos recuerda que, aunque este crimen se resuelva, la humanidad tiene otros miles y miles sin resolver. De eso va la novela negra.

Y, ya para ir terminando, una buena noticia: va a haber una tercera entrega de la saga de Carmen Arregui. Ojalá que llegue pronto y que, cuando esté lista, Laura Balagué me avise, porque no me la quiero perder.

Muerte entre las estrellas
Laura Balagué Gea
Milenio

2 comentarios en “Novela: «Muerte entre las estrellas», de Laura Balagué

  1. Me ha gustado mucho Muerte entre las estrellas. Es la primera que leo de Laura Balagué y la verdad es que merece la pena. Me he entretenido desde la primera linea con una trama bien construida y unos personajes logrados. Sobre todo Carmen la policía de la ertzantaza, genial. Indica Noemí que la siguiente también es de Carmen, yo también quiero leerla cuanto antes. Las novelas policíacas en busca del asesino parece que han caído en desuso, a mí me siguen gustando mucho y ésta es una clásica. Enhorabuena a Laura y sigue así.
    Juan Infante

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