Con su última novela, Rosa Ribas se lo pone francamente difícil a los adictos a etiquetar cualquier novela que huela a género criminal. ¿Thriller, detectivesca, gris asfalto, policial, negra…? ¿Domestic noir? No, tampoco aquí encaja este asunto tan familiar.
¿Y si lo dejamos en “novela familiar con detective(s)”? ¿Family noir, si nos ponemos en plan internacional? Pues tal vez sea eso lo mejor, o simplemente no buscarle acomodo y limitarse a disfrutar de esta maravilla cuyo título ya es lo suficientemente descriptivo de lo que vamos a encontrar en sus algo más de cuatrocientas páginas, escritas con la altísima calidad que ya conocemos de sus trabajos anteriores, desde la serie protagonizada por Cornelia Weber-Tejedor, la trilogía de Ana Martí u otras protagonizadas por detectives miopes o superheroínas cincuentonas.
En Un asunto demasiado familiar, Rosa Ribas realiza un detallado retrato de lo que anuncia el título, una familia de detectives que tiene su residencia y lugar de trabajo en el barrio de Sant Andreu, un entorno en el que todo el mundo se conoce y en el que, si te dedicas a lo que te dedicas, terminas conociendo los secretos que guardan los vecinos que contratan tus servicios -los que te preceden en la fila de la pescatería, los compañeros de partida en el bar, quienes juegan el mismo número de lotería que tú-, algo a menudo poco deseable y siempre incómodo para ambas partes. De ahí la máxima de Mateo Hernández, el titular del negocio: a la familia (la propia, se entiende) no se la investiga.
Los ingresos de la familia, siempre magros, proceden de encargos de los que te pueden caer en un barrio modesto, así que no esperemos encontrarnos con escándalos en las altas esferas o espionaje industrial sino más bien bajas fingidas, asuntos de cuernos o desapariciones de algún hijo díscolo. Y de eso lo hay incluso entre el propio hogar familiar, encabezado por Mateo y Lola -impagable este personaje y lo que supone para el clan y el conjunto de la novela-, a quienes acompañan sus hijos Amalia y Marc además de la ausente Nora, la mejor detective de la familia en torno a cuya desaparición unos meses atrás gira una de las tramas, tal vez la principal aunque no sea la que alimenta el negocio. Ayala, el hombre de confianza de Mateo, el tipo que se encarga de los asuntos más sucios, completa el equipo.
Poco a poco, a fuego lento, como se cocinan los mejores guisos -y Rosa Ribas es una chef con un gusto exquisito-, iremos conociendo las intrigas de la propia familia, de su pasado esplendoroso de tiempos de los indianos y del presente más miserable, porque, ¿quién dijo que a la familia (la propia, se entiende) no se la investiga?
Pasen, lean, disfruten… y cotilleen.
Un asunto demasiado familiarRosa Ribas Tusquets
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