Novela: «El último beso», de James Crumley

Sergio Torrijos Martínez

James Crumley es uno de esos autores de los que has escuchado hablar, alguien lo ha citado, algún autor lo ha comentado como una referencia fundamental, pero rara vez encontrarás un libro suyo. Que yo sepa solo hay editados dos y no en las mejores condiciones. Es uno de esos autores que vagan por el universo negro criminal y que, por lo menos a quien escribe, siempre son esquivos.

No exagero si aseguro que llevo años detrás de este autor y por una causa u otra siempre se me escapaba, hasta que a mis entendederas llegó la noticia de que Salamandra se aventuraba a editar una novela suya. Creo que no tardé ni cinco minutos en solicitar al editor de esta publicación que tuviera a bien pedirme semejante tesoro y cuando ya lo tuve en mi poder, gracias de corazón, Bosque, hasta tardé un poco en comenzar a leerlo, quería saborear esa sensación de tener delante algo que llevaba tiempo esperando. Y presentía que tardaría muy poco en terminar de leerlo, lo cual así ha sido.

Antes de empezar quiero comentar que dentro de nuestro mundillo “negro/criminal” existen todavía autores y novelas así, semi-desconocidas, raras de encontrar pero de un valor inestimable. Está es una de ellas; bueno, mejor dicho, creo que la producción de Crumley es una de esas.

La novela es un lujo para el lector. Desde la primera página ya se sabe que será un encuentro grato, divertido, apasionante, creo que al llegar a la página diez ya tenía al menos cinco citas para poner aquí. En la veinte renuncié a ellas, sería casi como hacer un pequeño spoiler y no merecía la pena. Mejor es que cada lector pueda acercarse y sorprenderse de lo grato y bien escrita que está la novela.

Hablo de grato porque el humor, la ironía y el divertimento, a veces algo más que una sonrisa, discurre por la primera parte de la obra. Los personajes que asoman por toda ella tienen ese algo de realidad y esa tersura propia de lo cotidiano, tanto que comprendí que de alguna forma Crumley se inspiraba en hechos reales. Luego lo constaté cuando mirando por aquí y por allá, es decir por internet, se comentaba que desde un bar escribía y que se basaba en muchos de los parroquianos para plasmarlos en sus obras. ¡Qué buen gusto para el autor!

Y ahí hemos tocado un tema importante, el bar, mejor dicho, los bares, la bebida y la fauna que atraen. El protagonista, un detective muy particular, C.W. Sughrue, bebe y no lo hace moderadamente, bebe como un cosaco, sin parar, se lía como se diría por los madriles. Tampoco renuncia a otras sustancias y no lo hace de forma amargada o triste a lo Lawrence Block. No, aquí hay tema festivo, divertido, ocioso, hasta casi espiritual. Bebe porque le gusta, se acabó. Según comenta él mismo, avanza con dos copas por encima de la realidad y a tres de la borrachera; prometo no citar nada más.

Un tipo con tanta querencia a los bares y al alcohol no podría dedicarse a otra cosa que buscar a un famoso escritor cuya ruta abarca todo el medio oeste de Estados Unidos y sus estaciones de paso son los bares. Así como al martillo le caen los clavos del cielo. Ya juntos, se internan en una investigación por la desaparición de una muchacha hace diez años y hasta aquí puedo escribir.

Toda esta ficción camina de la mano del alcohol, la gracia y luego tiene un lado triste, donde la violencia existe, también la pena, el perdón, la caída en picado hacia la oscuridad más absoluta. Todo mezclado hecho una pelota, algo que recuerda aquella frase de “fieramente humano” y en esta obra se escarba en esa acepción.

La obra está escrita con maestría y resuelta de forma brillante. Para resumir, un novelón, de lo mejorcito que puedan encontrar por estos mundos de la novela negra. La consideraría imprescindible y después de su lectura entiendo y comprendo la gran influencia que ha tenido sobre otros autores.

Quiero destacar que como lector me he divertido a lo grande, la he leído en dos días y con una gran pena por ver cómo se acababa a gran velocidad. Ahora comienza la búsqueda de la otra novela que tiene editada en nuestro país. Por cierto, ya que estamos metidos en harina, la editorial podría hacer un grandísimo favor y editar alguna más del autor, un servidor se lo agradecería eternamente. Para el resto de lectores les animo a acometer la lectura, una novela de impacto, es de esas obras que permanecerá con nosotros por siempre. Se lo aseguro.

El último beso
James Crumley
Trad.: Enrique de Hériz
Salamandra

Un comentario en “Novela: «El último beso», de James Crumley

  1. James Crumley es altamente adictivo y no entiendo el por qué no se ha traducido más al castellano. Además de la que comentas (que ya se había publicado como «El último buen beso») y «El pato mexicano» creo que también se publicó en su día «El oso danzarín» y están pendientes de traducir «Bordersnakes» y «The final country»

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