Juan Mari Barasorda
El crimen que llega por Navidad
Doce campanadas. Doce uvas. Hay tradiciones propias de la navidad. Dickens inauguró la de contar a sus amistades un cuento de fantasmas por navidad (sus amigos Wilkie Collins y Ellen Wood se aplicaron a la misma afición rápidamente) En la literatura criminal británica la tradición es crear historias criminales por navidad. Incluso ambas tradiciones pueden yuxtaponerse. Hamlet sin ir mas lejos nos presenta a un fantasma anunciando a Hamlet que será asesinado.
En todo caso, otro día hablaré de fantasmas (hoy tal vez un poco), porque toca hablar de recomendaciones de crímenes navideños creados por la pluma de las escritoras de la Golden Age. Algunas serán para las editoriales que tienen aún pequeñas joyas por traducir.
Las navidades de las cuatro grandes damas del crimen
De todos los crímenes navideños escritos por Agatha Christie me quedo con el delicioso Una tragedia navideña (“A Christmas tragedy”), un relato incluido en Señorita Marple y trece problemas (1932). La intuición de miss Marple la hace merecedora de ser la primera nominada superando a las Navidades trágicas (1939), una de las más redondas novelas («Hercules Poirot’s Christmas» en la versión inglesa y «Murder for Christmas» en la versión USA) que protagonizó su inefable detective belga.
Dorothy L. Sayers situó el robo de Un collar de perlas (1932) incluido en el libro de relatos Las vacaciones del verdugo. Una intriga urdida con la proverbial habilidad de la autora inglesa durante una celebración navideña en la que se ha robado un collar de perlas. Un pasatiempo apropiado para amenizar las criminales cenas de nochebuena con esos divertidos juegos familiares.
Ngaio Marsh, la neozelandesa dama del crimen, escribió también un relato, “Murder at Christmas” (1939), habitual en muchas antologías, pero he de recomendar la novela Atado con cintas (1972): una casa de campo en plenas navidades, un rico excéntrico, una servidumbre de exconvictos que en nada se parece a la de Downtown Abbey, un trineo cargado de regalos… y un cadáver. Un cóctel de sospechosos perfectamente elaborado para la degustación del inspector Roderick Alleyn. Buena novela con una escenografía de obra de teatro que hace recordar a La ratonera de Agatha, lo cual no es de extrañar ya que Marsh escribió y dirigió obras teatrales.
Margery Allingham recuperó el genero del relato corto ya que «Campion at Christmas» incluye cuatro relatos criminales navideños algunos de gran factura como «On Christmas Day in the Morning» o «The case of the man with the sack» (1938 ), que nos regala una pulcra investigación de Albert Campion durante las fechas navideñas en una de esas mansiones inglesas –llamada “Underhill” en esta historia– en la que los sospechosos suben y bajas escaleras y abren y cierran puertas como si peones de un Cluedo imaginario se tratara.
Primero fueron las damas del misterio
Ethel Lina White se adelanto a la Golden Age con alguna novela inolvidable como «La dama desaparece», llevada al cine por Hitchcock , o «La escalera de caracol», pero aun no hemos podido disfrutar de la traducción de un relato criminal navideño publicado en Pearson´s Magazine en las navidades de 1930, «Waxworks», convertido años mas tarde en novela con el título de «Wax». Mi edición –viejuna como todas– responde al nombre Paico entre cera. Es una novela de misterio psicológico que debe ser valorada por presentar una protagonista potente, segura de sus capacidades de investigación y manifiestamente independiente .
El relato «The Butler´s Christmas Eve / La Nochebuena del mayordomo» , de la gran dama americana del crimen Mary Roberts Rinehart –autora de otra La escalera de caracol– fue publicado en 1944 y, ¿cómo no? el culpable era un mayordomo. No era la primera vez que la Rinehart había tratado el argumento, ya que en 1930 había publicado «The Door» / La puerta» también con un mayordomo criminal. “El mayordomo lo hizo” ya era para entonces un cliché de la novela criminal, no muy habitual en la realidad aunque tuvo un precedente en El ritual de los Musgrave, de Conan Doyle. Lo curioso del caso es que Mary Roberts Rinehart estuvo a punto de ser asesinada… por su mayordomo. La mañana del 21 de junio de 1947, Mary Roberts Rinehart estaba sentada en la biblioteca, recriminando a su mayordomo, cuando este saco una pistola y la apunto hacia la escritora. Apretó el gatillo… pero la pistola no funcionó.
Esta vez el mayordomo no lo hizo.
Crímenes en la nieve. Las huellas permanecen
De una escritora casi desconocida , Molly Thynne ( Mary Harriet Thynne Haden ), la editorial D’Epoca publicó en su Colección Noir, con el título Crimen en la posada Arca de Noe (“The crime at the Noah’s Ark”, 1931) una novela que fue publicada en forma seriada en los periódicos con el título “Snowbound”. Tras una gran nevada, un grupo de viajeros queda confinado en una posada, El Arca de Noe. Un campeón de ajedrez anciano, poseedor de una mente extraordinaria y detective aficionado, el doctor Luke Constantine, los miembros de una familia aristocrática, dos solteronas, el autor de un best seller, una bella dama… Un crimen, el robo de un collar de esmeraldas. Todos son sospechosos y todos sospechan del resto, y cada uno de los personajes es retratado de forma que nos resultan creíbles. La acción se sitúa en plenas fiestas navideñas.
Lucy Beatrice Malleson, prolífica autora bajo el seudónimo de Anthony Gilbert, publicó en 1934 con otro seudónimo, Anne Meredith, Retrato de un asesino, reeditada en Inglaterra y traducida y publicada por Alba editorial con la adicción del subtitulo Crimen en Navidad y una portada nevada, para facilitar al lector interesado en criminales lecturas navideñas la localización de esta novela de trama invertida en la que (casi) conocemos desde el principio la identidad del asesino, siguiendo una fórmula con la que el escritor de la Golden Age Francis Iles/Anthony Berkeley Cox había publicado en 1931 la adorada por Hitchcock “Malice Aforethought”.
Georgette Heyer llega a nuestra lista con “Envious Casca” (1941). El envidioso y servil Casca, asesino de Julio Cesar al que Shakespeare llevo a los escenarios, es el tema para este crimen navideño convertido en «A Christmas party” (Una fiesta de Navidad) en su nueva reedición en las islas británicas. En Lexham Manor, en plena celebración navideña, el propietario de la mansión aparece asesinado a puñaladas –como el Cesar– en una habitación cerrada. Muchos sospechosos y un misterio perfectamente urdido por una escritora conocida por sus novelas románticas de la época Regencia.
La que si está traducida es Navidad trágica («Murder for Christmas», 1941), una excelente novela para leer en Navidad que yo atesoro en una viejuna edicion (con una maravillosa portada, tanto en el original como en el bolsilibro de la colección Rastros). La autora, Edith Howie, fue la ganadora de un concurso literario patrocinado por Mary Roberts Rinehart, y en su escasa carrera literaria nos dejo un crimen navideño apetecible como los deliciosos polvorones de Felipe II (cada uno tiene sus gustos). Howie ha sido comparada con Ngaio Marsh y puede que fuera esta quien se acercara en su «Atado con cintas» al ambiente recreado en Navidad trágica: una casa aislada por la nieve, actores de teatro y estrellas del ballet ruso, un detective privado que debe parar en la casa a causa de la nieve y cuya mujer es la narradora de la historia y, por supuesto, el crimen del propietario de la mansión.
«Another little murder «(1947) ha gozado de reedición con el titulo de «Another little Cristhmas murder» . Una vieja casona rodeada de nieve y un anciano muerto durante las fiestas navideñas. El argumento repetido muchas veces en la novela de la Golden Age esta vez de la mano de una desconocida Lorna Nicholl Morgan que fue equiparada a Dorothy L. Sayers en su época. Tal vez sea otra futura traducción y edición para la campaña navideña.
Si Billy Preston fue el quinto Beatle, Gladys Mitchell es reconocida como la quinta dama del crimen de la Golden Age. «Groaning Spiney» (1950) ha sido reeditada como «Murder in the snow (A Costwold Christmas Mistery)». La Sra. Bradley, psicoanalista y detective, protagonizó nada menos que 66 novelas ademas de una longeva serie de televisión. En este crimen navideño está pasando la Navidad en los Costwolds, idílica región con una leyenda local sobre el fantasma de un párroco que habita en el bosque de Groaning Spinney. Mitchell había publicado en 1936 «Dead Man Morris», también reeditada para navidad como «Death comes at Christmas» y también protagonizada por la señora Bradley.
Doce mas una, que diría Angel Nieto. Una crimen navideño con fantasma
Hay que ir terminando para trinchar el pavo .
Merece la pena pedir como regalo de reyes a las editoriales la traducción de «Mr. Splitfoot» (1968), de Helen McCloy, una novela que corresponde ya al periodo posterior a la Golden Age pero que es sin duda una de las mejores escritas por la hoy todavía poco conocida y poco traducida Helen McCloy. El protagonista es el siempre perfectamente construido doctor (psiquiatra y detective) Basil Willing, quien en compañía de Gisela, su mujer, quedarán atrapados por la nieve en una estación de esquí en las montañas Castkill. Deberán alojarse en una casa en la que ya pasan las vacaciones tres parejas (Crowe’s Flight, el nombre ya asusta). Dos jóvenes adolescentes –que han descubierto un ático oculto– atemorizan a los presentes con la historia de un fantasma (Mr. Splitfoot) que ocupa una habitación. Tras una noche de copas deberá dormir en la habitación después de un sorteo. Los otros tres quedarán vigilantes desde el fondo del pasillo. El afortunado, sí, lo han adivinado, aparecerá muerto.
McCloy no convierte la novela en un whodunit (¿quién lo hizo?) sino, como era habitual en la escritora en un «How and why did he do it?» (¿Cómo y por qué lo hizo?), y lo hace en la que es posiblemente su mejor novela (está incluida en la lista de las cien mejores novelas policíacas de H. R. F. Keating).
Mr. Splitfoot era el nombre del fantasma con el que contactaban las hermanas Fox, Maggie y Katie, de quince y once años, quienes en el Nueva York de 1848 coparon periódicos de medio mundo con sus capacidades paranormales. El fantasma de un asesino en serie al que convocaba la pequeña de las hermanas: «Mi hija menor, Katie, dijo, ‘Sr. Splitfoot, haga lo que yo hago’, aplaudiendo. Los sonidos la siguieron instantáneamente con la misma cantidad de golpes». McCloy recrea la historia en boca de Lucinda, una de las niñas protagonistas: «¡Haga lo que yo haga, señor Splitfoot!»
Con la recomendación ferviente para la editorial que acepte el reto de esta traducción puedo cumplir los dos objetivos: recomendar una historia de fantasmas y recomendar crímenes navideños. El cava o el champán, queridas amigas y amigos Calibre. 38, pónganlo ustedes, que recién salido de la nevera estará mas frío. Tal vez tanto como el cadáver que hay en su salón.
¡Feliz Navidad!
Buena selección! Feliz Noirvidad!
Pasa buena noche Jordi. Un abrazo
Doce uvas para leer con calma y sin atragantarse.
Feliz Navidad y abrazo grande señor Barasorda.