Televisión: «The Deuce»

The_Deuce_Serie_de_TVTeresa Suárez

Sinopsis:

«Serie de TV (2017-2019) que sigue la historia de la legalización y consolidación de la industria del porno en Times Square desde los inicios de los años 70 hasta mediados de los 80, explorando un turbulento mundo donde la aparición del SIDA, la expansión de la cocaína y el emergente mercado inmobiliario sacudieron a la ciudad entera».

Times Square, símbolo actual de la ciudad de Nueva York, no siempre fue ese lugar conocido en todo el mundo por su bullicio y sus carteles luminosos.

De hecho, a principios de los setenta, era un lugar oscuro en el que se movían, como peces en el agua, chulos, putas, clientes, camellos, drogadictos, mafiosos de diferentes nacionalidades y policías corruptos.

Un submundo con sus propias reglas, en inestable equilibrio, en el cual, como suele ser habitual cuando de delincuencia se trata, era fácil entrar, pero prácticamente imposible salir.

Vincent Martino, camarero sin más, logra que el bar para el que trabaja doble la clientela. Sus habilidades emprendedoras no pasan desapercibidas para Rudy Pipilo, principal mafioso del barrio, quien, a cambio de un módico porcentaje de las ganancias, le ofrece a Vincent un local para que se convierta en su propio jefe.

Gracias a la lealtad de Vincent, y a los buenos intereses que genera, los negocios entre ambos se multiplican y entran a formar parte de ellos tanto Joey, cuñado de Vincent, como Frankie, su gemelo y particular pesadilla (James Franco, además de hacer doblete como actor, dirige varios episodios de las diferentes temporadas).

Al exitoso bar del Martino bueno, acude toda la fauna local, especialmente los chulos del barrio, todos hombres negros (Reggie Love, el cabrón de C.C., el super dotado de Larry y el colgado de Rodney), cuyo “duro trabajo” nocturno (asegurarse de que, llueva o truene, sus “zorras” no den por terminada la jornada laboral antes de que el sol empiece a despuntar sobre el horizonte) transcurre yendo de local en local para lucir sus coloridos trajes y zapatos de marca (Ferragamo a ser posible).

Y, sobre todo, están ellas

Las putas:

Eileen ‘Candy’ Merrell (por este papel, Maggie Gyllenhaal fue nominada a Mejor actriz de drama en los Globos de oro de 2017 y en los Critics Choice Awards de 2018), a quien su padre echó de casa con 15 años por quedarse embarazada. Fuerte, sensible, valiente, decidida y siempre dispuesta a no dejarse abatir por la mierda de vida que le ha tocado en suerte.

Lori, atraída, nada más pisar Nueva York, por C.C., uno de los chulos más cabrones. De puta de calle a estrella del porno y de estrella del porno nuevamente a puta de calle. Su caída desde el firmamento cinematográfico al suelo será bestial. A ella se debe una de las escenas más impactantes de la serie.

Darlene, pequeñita pero matona. Siempre robando minutos, entre servicio y servicio, para leer algunas páginas del libro que suele llevar en el bolso. Su inteligencia y decisión lograrán que sea de las pocas que logra arañar a la vida una segunda oportunidad.

Las pobres niñas ricas, como Abigail «Abby» Parker, aburridas, inconformistas, dispuestas a renunciar al dinero de papá (sin llegar a romper del todo los lazos familiares) para buscar su propio camino.

Las esposas, unas sufridas (como la de Bobby Dwyer, siempre en casa y cuidando de los hijos) y otras, como la de Vincent Martino, más que dispuestas a que su marido no sea el único que disfrute de la noche.

Veinticinco episodios, repartidos en tres temporadas, para narrarnos un recorrido que nos lleva desde los años setenta a los ochenta y, con ello, a los cambios que el auge del negocio de la pornografía, el aumento del trafico y consumo de drogas, el SIDA, la especulación inmobiliaria y los intereses económicos, verdaderos amos de la calle, produce en las expectativas, intereses y sueños de los protagonistas.

La prostitución a pie de calle se traslada a salas vigiladas. Las putas alternan ese trabajo con el rodaje de películas para adultos. Para algunas, las menos, el negocio de la pornografía supone una ligera, aunque momentánea, mejora en sus duras condiciones laborales. Para el resto, solo es un aumento de horas extras que apenas repercute en sus bolsillos y, mucho menos, en su salud.

Diferentes escenarios, mismos abusos.

En la Nueva York de los setenta, la búsqueda de fulanas para abastecer las calles primero y los prostíbulos después, se iniciaba en la estación de autobuses, donde incautas jóvenes procedentes de todo el país (con solo una maleta y sin redes de apoyo), que llegaban a la Gran Manzana en busca del famoso sueño americano, eran captadas por hombres sin escrúpulos, maestros en el arte de la persuasión, el engaño y las promesas incumplidas, expertos en lucrarse con la explotación sexual de las mujeres.

Las putas son la gallina de los huevos de oro para toda una jauría humana integrada por chulos, policías que extorsionan a éstos, mafiosos, pornógrafos, representantes, amigos y supuestos enamorados, que las maltratan sin piedad y exprimen al máximo su juventud y su tiempo. ¡La trata siempre ha sido, y continúa siendo, un negocio muy rentable!

No fue hasta el mandato como alcalde de New York de Rudolph Giuliani (1994-2002) cuando, en aplicación de su policita de tolerancia cero, basada en la Teoría de las ventanas rotas (sostiene que mantener los entornos urbanos en buenas condiciones puede provocar una disminución del vandalismo y la reducción de las tasas de criminalidad), se cerraron las salas de cine porno en Times Square, se aumentó el número de policías y se persiguió, sin descanso, a los traficantes de drogas.

¿Resultado? Aumentaron los hoteles y tiendas de lujo, sí, pero la delincuencia, lejos de desaparecer, simplemente se desplazó a otras zonas de la ciudad.

El nacimiento de un nuevo orden solo era, pues, un espejismo más.

La última temporada de The Deuce, centrada en los esfuerzos políticos para favorecer la especulación inmobiliaria, es la más aburrida de las tres.

El paseo del Martino bueno por su antiguo barrio, cual fantasma de las Navidades pasadas, recordando lo que fue y ya no es, tampoco ayuda.

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