Sergio Torrijos Martínez
De vuelta al apreciado Touré, ya todo un clásico dentro de la editorial y también entre los amantes del género. En esta ocasión Touré pasea sus carnes por la capital, instalado en Lavapies, se mueve por todo el centro de la ciudad, aunque siempre en ese mundo marginal y precario que rodea al personaje.
Como lector me he saltado algunas novelas de la serie y ahora aprecio el cambio operado en el personaje. De alguna forma el escritor ha conseguido dotarle de algo más de maldad, algo más de mala leche que provoca la experiencia y las vivencias, no siempre agradables, por las que ha pasado. Sigue, en el fondo y muy a menudo en las formas, manteniendo una naturaleza bondadosa y muy cercana, pero ahora se nota que el personaje es más carnoso, más de una pieza. De alguna forma Arretxe ha conseguido modificar al personaje sin perder la parte fundamental del mismo.
Me ha llamado la atención la visión del autor, en ojos del personaje, de Madrid. Los círculos por los que navega Touré son muy cercanos para los que habitamos esta urbe y al mismo tiempo tremendamente ajenos. Algo como una realidad paralela que tenemos tan cerca, tan próxima que no la vemos o puede que nuestra miopía nos impida fijarnos. Aparecen multitud de inmigrantes ilegales, saharauis en lucha, policía marroquí o servicio secreto de este país y todo lo que sale por las noticias relacionado con los ilegales que de alguna forma parecen invisibles, aunque todo el mundo los vea, a nuestros ojos.
La novela trata sobre el robo que sufre el protagonista y la avaricia que levanta una cantidad inusitada de dinero. El propio Touré se ve obligado a investigar ese robo y así nos irá paseando por todo lo que le rodea, donde asoma la miseria y también, como causa de ella, el instinto de supervivencia que hace que las traiciones asomen por doquier.
A los que ya han leído algo del autor y del personaje no hay mucho que decir, Arretxe se mantiene en forma y el personaje también, a los que no han tenido el placer es una recomendación muy interesante. Personalmente le daría una oportunidad y seguro que si lo hacen repetirán.
La mirada de la tortuga
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