«Sin causa aparente», de Empar Fernández, por Ricardo Bosque

Ricardo Bosque

Dicen que lo primero que provoca el suicidio de una persona querida -aparte, evidentemente, del lógico dolor que conlleva- es un sentimiento de culpabilidad en los familiares y amigos que sobreviven al suicida. ¿Qué hicimos -o qué no hicimos- para llegar a esto? ¿Por qué no entendimos las señales que nos mandaba? ¿Por qué le dejamos tan solo?

Esas son precisamente las preguntas que se hará Matías a partir de la tarde en la que, de vuelta a casa tras recoger en el colegio a su hijo David, se encuentre con un numeroso grupo de personas que se agolpan frente a la fachada del edificio en el que vive. Sobre la acera, Raquel, su pareja desde hace diez años y de la que jamás habría sospechado que pudiera llegar a suicidarse. Ni él ni nadie de cuantos la conocían: familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo…

Pero los resultados de la, en estos casos, necesaria investigación son concluyentes: la ventana desde la que cayó al vacío era lo suficientemente alta como para descartar un resbalón accidental, tampoco hay útiles de limpieza que sugieran que Raquel se precipitara mientras se dedicaba a las labores domésticas y, por supuesto, ni un solo indicio de que hubiera alguien en la habitación que la empujase u obligase a lanzarse a la calle.

Un caso de suicidio de manual. Sin causa aparente, pero suicidio al fin y al cabo.

A partir de esta premisa, dedicaremos la primera parte de la novela a tratar de encontrar respuesta a todas esas preguntas que se planteará Matías mientras trata de recomponer su vida y volver a la rutina diaria. Una estremecedora primera parte en la que Empar Fernández consigue, con una sorprendente facilidad, que el lector se meta en la piel del protagonista y se angustie con él con cuestiones tan simples como si debe o no retirar de la casa las fotos en las que aparece la suicida, negando su existencia si lo hace, soportando el dolor de verla cada día si decide mantenerlas en su sitio.

Y si esa primera parte la dedica Matías a formularse preguntas tan incómodas y comunes como las arriba citadas y, sobre todo, a buscar alguna explicación racional, algún motivo aceptable por el cual su mujer hubiera decidido que lo mejor que podía hacer era quitarse la vida, un cruel y fortuito hallazgo hará que durante la segunda parte de la novela -la de la investigación policial en sí, una investigación que parte de una pista contundente pero casi imposible de seguir y que solo la tozudez y la empatía que demuestra el policía encargado de la misma hacia el viudo consigue hacerla viable- la pregunta que se haga el protagonista es si es preferible obtener ciertas respuestas o mantenerse en la ignorancia de por vida.

Novela dura y angustiosa por momentos al colocarnos ante algo para lo que difícilmente nadie puede estar preparado. Novela ágil y adictiva siempre, tanto en esa primera parte más intimista en la que Empar Fernández demuestra una tremenda empatía con el protagonista -haciendo que el lector se implique emocionalmente hasta la médula en la historia- como en la segunda, la estrictamente policial, narrada con el buen hacer que ya ha demostrado la autora en sus habituales incursiones en el género y consiguiendo, de un modo totalmente verosímil, deshacer el embrollo a partir de, como decía antes, una pista determinante pero sumamente volátil.

Sin causa aparente
Empar Fernández
Plataforma Editorial

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