El presente libro es una novela y no lo es, es un retazo de un proyecto de novela y no lo es, es una narración negra y al mismo tiempo no lo es. Por eso, si tuviese el mismo talento que el autor haría una reseña sobre el libro que lo fuera y no al mismo tiempo… Demasiado complicado todo. Pero de esa complicación, por momentos muy buscada, surge una buena narración, con un desarrollo muy destacable y con unos toques, refinadísimos, de género negro que simplemente me han hecho disfrutar. Porque otra cosa no pero este escritor cuando quiere tiene una vena negra de lo más destacada y aunque en esta narración apenas nos da una ligera muestra, es suficiente para hacernos una idea de su capacidad.
Enclavar una novela, negra o no, en una localidad tan pequeña como Laguardia tiene su mérito, pues por mucho que se fuerce la máquina ésta no podrá con semejante cuesta. Pero el escritor, sabedor de semejante desafío, hace trampas, buscadas, metódicas, artificiales, inteligentes, consiguiendo que la narración vaya a donde él desea y que nos arrastre tras ella. No sólo se ha buscado negrura, sino que también se ha dado una sensación muy refinada de negritud y se ha hecho desde lo más inesperado, desde el seno de la familia.
Blanco Chivite no precisa de que haya muertos para que exista violencia, ni que la sangre corra por el suelo para mostrar situaciones de lo más trágicas. Simplemente con un poco de psicología, con otro poco de mostrar el descarnado mundo en el que vivimos y una pizca de lo que es el ser humano tiene, y de sobra, para montar todo un circo de odio, miedo, desazón, envidias, violencias y sufrimientos y, lo que es todavía peor y más agonístico, que se haga desde el salón de nuestra casa.
La estructura de la novela es maltratada, como buena parte de la prosa, pero es un maltrato buscado. La literatura y esta novela tienen muchos puntos en común pues no se cesa de hablar del arte de escribir y de preguntarse cómo hacerlo de la mejor manera posible, algo que se desmiente en las propias páginas del libro. Notamos por ello al autor muy presente, muy cercano, mostrándonos lo que él considera debe ser una novela y al mismo tiempo poniendo en tela de juicio todo el entramado de ella. Dejo aparte los juicios de valor que hace sobre el mundo editorial y ciertos elementos que lo rondan, que aunque sean tratados de soslayo son de carácter cruel.
En el fondo la novela no versa sobre otra cosa que la venganza, tomada en el más amplio sentido de la palabra e incluso en algún momento del relato habla de que debe ser ejecutada a destiempo para así ser más dañina. No obstante, también como elemento tiene sus pleitesías y no son pocas. La venganza nunca sale bien, siempre tendrá un coste, tal vez excesivo, pero cuando algún ser humano decide llegar a ese punto es porque ni más ni menos apenas tiene otra salida digna.
Me hubiera agradado como lector, en mayor medida, que Blanco Chivite se hubiera adentrado en el mundo más negro, ese que apenas vislumbramos desde las páginas de esta novela y me parece que nos deslumbraría por su poso de realismo, su vitalidad, su fealdad, su virulencia, aunque claro también nos hubiéramos perdido todo lo que narra en “Laguardia negra” un buena novela que gustará, sin duda.
Laguardia negraManuel Blanco Chivite
Ediciones El Garaje