«Segundos negros», de Karin Fossum, por Sergio Torrijos Martínez

segundosnegrosSergio Torrijos Martínez

Segundos negros es una más de la serie de Konrad Sejer de la escritora noruega Karin Fossum, más concretamente la sexta entrega. Evidentemente es una autora nórdica, una bacalao, para ser más precisos en la terminología que empleamos por estos lares pero, y aquí comienzan las salvedades, es una nórdica de la vieja escuela, no es una Holt o Nesbo por citar a un par de escritores del mismo país; en absoluto, sus referencias son más lejanas en el tiempo. Su obra nos recuerda a los buenos tiempos de los escritores nórdicos, cuando un Nesser te sorprendía y por detrás llegaba un Mannkell que te maravillaba, es entre esos señores dónde se ubica Fossum. Describiría la obra como una novela policíaca nórdica clásica, más cercana a Sjöwall que a Lackberg por poner dos ejemplos muy claros. Los personajes, los hechos e incluso la mirada con que se observa el paisaje y el paisanaje varían, no se busca una universalidad a patadas o por el simple hecho de compartir productos de gran consumo, se busca transmitir lo que ocurre en un pequeño rincón del mundo y eso tiene muchísimo encanto.

La novela está ambientada en una ciudad que no se menta, cercana a Oslo, en la que se ha producido la desaparición de una niña. Al cargo, dos policías, personas normales, nada de tipos con poderes extraordinarios ni con un instinto muy desarrollado para ver el culo de un camello… perdón, que era el ojo de una aguja en el… bueno, es igual, son policías normales, más artesanos que artistas. A su paso nos irán descubriendo personalidades, entresijos de seres humanos y algo de la sociedad noruega, con su encanto, sus virtudes y también sus defectos. Y todo el conjunto soportado por una trama bien urdida, una escritura paciente y de calidad y, sobre todo, una manera juguetona de guiarnos en su desarrollo. Fossum es capaz, desde una trama determinada, de comenzar a introducir variables, pequeños matices, recovecos en los personajes que nos llevan a lugares inesperados aunque no sorprendentes, pues dentro del desarrollo de la novela pudieran existir cuatro o cinco maneras de realizarla y todas serían meritorias.

Ayuda a esa lectura tan agradable e interesante la labor de la escritora y también su manera de ver la novela, una forma lúdica de hacer que el lector disfrute, no alargando la trama ni tampoco embarullando el desarrollo, porque a la larga esos prolongados paseos terminan en un atajo mental y ya sabemos lo que ocurre con las novelas que superan las cuatrocientas páginas.

Fossum pertenece a otro tiempo, a otra generación distinta a la que ahora corta el bacalao. La redundancia está buscada, compararla con los escritores de éxito actuales es ser cruel, pierden con ella todos. La lectura de la novela y la visión al resto del panorama editorial nórdico es desoladora. La herencia recibida se ha tirado a la basura en busca de unos éxitos de ventas que están por ver. El reencuentro con Fossum ha sido una delicia, volver a poder disfrutar de su prosa, de sus tramas y de la normalidad con que acomete cualquier tropelía es algo que me sigue maravillando. Les recomiendo que pongan en su vida a un bacalao, pero que sea de los buenos.

Segundos negros
Karin Fossum
Mondadori

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