Novela: «Cenicienta en llamas», de Jordi Juan

José Ramón Gómez Cabezas

Hace unos meses saltó a la palestra pública todos los tejemanejes y presiones con actores y sobre todo con actrices que se traía el productor cinematográfico Harvey Weinstein ¿Pero cómo ha podido caer tanta gente en sus garras? Bien, si aún siguen preguntándoselo lean Cenicienta en llamas. Incluso a estas alturas es posible, poco probable, pero posible, que aún haya gente que no se explique muy bien cómo funcionaba aquella trama de los trajes y demás corruptelas en la comunidad valenciana. Bien, si quieren tenerlo más claro, lean Cenicienta en llamas. Y si por encima de todo, les atrae la buena novela negra, bien orquestada, trama y narrativa, con cargas de profundidad, ritmo in crescendo y diálogos que aligeran con maestría la carga de flecos en forma de subtramas, lean Cenicienta en llamas, una novela de garantías para sustentar todo un proyecto de colección.

Cenicienta en llamas no es Vora mar, esa telenovela de casi infinitos episodios, si, culebrón al fin y al cabo, que tiene contratado el canal autonómico de la comunidad para tres años, gracias a trajes y corbatas, noches de farra orquestada y visitas al baño para aspirar el polvo en billetes de a quinientos. No es la telenovela, pero si es el eje del torbellino de donde sale o retorna cualquiera que tenga un interés en ser algo dentro de las artes escénicas de la zona. Y ese es el reino de Toni Balaguer, el Bala, productor, director y guionista en las sombras de la telenovela de éxito que alimenta las bocas y bolsillos de unos pocos. El plató Levante es su reino medieval, con derecho de pernada, incluido. Por ese reino se mueven, en algunos casos con endiablada maestría, personajes como Julieta Segarra, actriz madura y revenida de todo este mundillo, Alicia Céspedes, probablemente su antítesis, Alberto Jiménez, uno de los principales guionistas, con alguna factura pendiente del pasado con el Bala, las limpiadoras Irma y Manuela. En un segundo anillo concéntrico estarían el Zángano, novio de Alicia y dealer ocasional, junto a Raquel Bonafed, si de nuevo la investigadora pelirroja que ya nos cautivara en Ángulo muerto, la novela de Jordi Juan ganadora del XIX premio de novela Getafe Negro, que no lo gana cualquiera.

También está Zafra, que igualmente tenía su protagonismo en la anterior novela, Coco, su partener y compañero de comisaría, los muy tarantinianos señores X, Z e Y y un largo elenco de secundarios y terciarios, de los cuales, lo mejor que se puede decir en conjunto es que no sobra ninguno, imprescindibles todos y cada uno de ellos para componer este maravilloso bestiario, cien por cien recomendable, que es Cenicienta en llamas.

Cenicienta en llamas
Jordi Juan
Milenio

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