Cine: «Puñales por la espalda», por Teresa Suárez

Teresa Suárez

Cuando el octogenario Harlan Thrombey (Christopher Plummer en un papel breve pero intenso que sirve de esqueleto a la historia), reputado novelista de misterio, cumple 85 solitarios años bien llevados, le pese a quien le pese, sus descendientes se reúnen para celebrarlo.

A tan magno acontecimiento no faltan ni la madre de Harlan (la yaya habla poco pero se entera de todo) ni Marta Cabrera, enfermera a sueldo por horas y amiga gratuita a tiempo completo, a quien los hijos del señor Thrombey, como no se cansan de repetir, consideran “una más” de la familia.

Los abrazos, sonrisas y falsos gestos de complicidad, no pueden ocultar el tufo agrio que delata el verdadero sentir de la mayoría de los Thrombey hacia el patriarca (“¡por qué no te mueres de una vez jodido viejo!”) que ninguno se atreve a pronunciar en voz alta pero que cualquier observador, mínimamente avezado, puede deducir de su comportamiento.

Tras cumplir con el ritual del “besamanos” (saludar al rey o autoridad en señal de respeto y adhesión) en público, y en privado pedir, casi exigir, nuevos favores al “Padre Padrone”, que pese a la edad sigue llevando las riendas de la familia con mano firme, la fiesta termina y cada mochuelo se encierra en el correspondiente dormitorio para rumiar sus miserias.

Al día siguiente, como cada mañana, el ama de llaves lleva el desayuno al amo de la casa (“mi café, mi casa, mis reglas” genial la declaración de intenciones de la taza) y encuentra a Harlan muerto en el sofá, cubierto de sangre y con un cuchillo a sus pies.

¿Suicidio o asesinato? ¡Empieza el juego!

Así entramos de lleno en el universo criminal de Agatha Christie.

Ni la avispada y cotilla Miss Marple ni el egocéntrico e insufrible Hércules Poirot. En esta ocasión es el inquisitivo y teatrero detective Benoit Blanc (contratado anónimamente) quien debe resolver el misterio “agathiniano”. Para hacerlo sigue el mismo esquema de indagación que los otros dos colegas de filas citados: los habituales interrogatorios individuales a cada miembro de la familia; confrontación de unos con otros; algo de investigación llamémosla forense; un detonante que resuelve el problema en la cabeza del detective de turno e, inmediatamente, convocatoria de la familia en pleno, y de algún que otro allegado, para que Míster Blanc se luzca exponiendo, en un largo monologo como mandan los cánones, todos y cada uno de los pasos que le han conducido a la resolución del caso

Pero si, prácticamente desde el principio, los espectadores sabemos cómo ha muerto Harlan Thrombey, ¿hay caso que resolver? Pues sí, lo hay, vaya que si lo hay.

El director primero nos muestra como han ocurrido los hechos para después, en un alarde novedoso, desmontar toda la historia desechando las pistas falsas y cuestionando, uno por uno, los testimonios de todos los sospechosos.

¿Quita interés saber cómo ha fallecido Harlan y conocer si hay o no alguien involucrado en su muerte? En absoluto. Al decir eso del “donut que tiene un agujero en el centro” el detective Blanc nos proporciona la clave de la película: el director te presenta un puzle terminado en el que la pieza central no encaja y tienes 130 minutos para descubrir por qué.

Con una hermosa fotografía, y una excelente banda sonora (de la que me quedo con la canción final aunque no sé quien la interpreta), Puñales por la espalda es una película muy, pero que muy entretenida, que deleitará a los amantes del género, especialmente a los incondicionales de la señora Christie.

Más que por su sentido del humor (no creo que sea tan hilarante como aseguran otros, la verdad), esta película destaca por el elenco. Entre nombres como Chris Evans, Jamie Lee Curtis, Toni Collette (La Boda de Muriel siempre será una de mis comedias favoritas) Don Johnson o Michael Shannon (inolvidables sus interpretaciones de Curtis LaForche en Take Shelter de Jeff Nichols y la del sheriff Bobby Andes en Animales nocturnos de Tom Ford), se alza Ana de Armas (estupenda en su papel de enfermera que no necesita el suero de la verdad para “cantar” como un canario) y sobre todo por Craig, Daniel Craig (“mi” Daniel) quien para hacer de su Benoit un detective histriónico, en apariencia un poco bobo y completamente asexuado (algo muy meritorio para un hombre como él), realiza un esfuerzo interpretativo sin precedentes y logra mitigar (nunca anular) su enorme atractivo y poder de seducción.

Además, Puñales por la espalda es una dura crítica a la xenofobia, esa hostilidad, odio irracional incluso, hacia los extranjeros basado en que vienen a “quitarte lo que tanto esfuerzo te ha costado alcanzar” (aunque lleves toda tu vida viviendo del dinero de tus padres), y a las diferencias de clases que parecen “habilitar” a los ricos y privilegiados para maltratar e insultar al personal doméstico a su servicio, a los policías o a ese detective infuloso (al que tildan de paleto) porque, a fin de cuentas, todos forman parte del vulgo pobre e ignorante.

Como trasfondo ese Trono de Hierro, símbolo del poder, que todos ambicionan pero que solo ocupara quien sea capaz de diferenciar un puñal verdadero de otro de atrezo.

Vayan a verla.

Lo gozaran.

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2 comentarios en “Cine: «Puñales por la espalda», por Teresa Suárez

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