Novela: «El peor de los tiempos», de Alexis Ravelo

Manu López Marañón

Afirma Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1970) en los últimos párrafos de su quinta entrega de la saga protagonizada por Eladio Monroy que en España (con perdón) «se vive el peor de los tiempos». Y leyendo con avidez El peor de los tiempos descubrimos cómo el autor no se queda corto: utilizar hoy esta sentencia como título de una novela no es exagerar sino describir.

Sin embargo la caótica situación política y social que sufrimos no es algo exclusivo de la segunda década de este siglo. En nuestro país hemos bregado con situaciones igual, o incluso peor, que la actual. Pongamos un ejemplo de esto que digo recurriendo a un ejemplo de insuperable cine negro.

En El crack (José Luis Garci, 1981) el detective Germán Areta recibe el encargo del dueño de una ferretería, gravemente enfermo, para que busque a su hija desaparecida, a quien quiere ver antes de morir. En ese Madrid invernal que todavía no se ha quitado la caspa del postfranquismo, de la corrupción y los chanchullos, de la colaboración de la policía con los poderosos, las desigualdades entre la élite favorecida y el pueblo llano hacen dudar seriamente de los benéficos efectos de esa democracia que ha traído nuestra «modélica» Transición. En aquel diciembre invernal en el que faltaba muy poco para que un loco metiese cuatro tiros de revólver a John Lennon en Nueva York, el detective Germán Areta tendrá el coraje de seguir tirando de la manta hasta encontrar a Isabel Medina, por mucho que desde arriba lo avisen de cómo se ha metido en «algo muy gordo». Hacer justicia siempre deja víctimas en el camino, tanto inocentes como culpables.

Si Germán Areta encontraba refugio a tanta miseria moral en el Frontón Madrid viendo peleas de boxeo rodeado de un grupo de fieles o afeitándose mientras el barbero le narraba los combates del invicto Rocky Marciano, jugando interminables partidas de mus en domicilios siempre gélidos a los que aún no había llegado Ikea, o en los brazos de la comprensiva enfermera Maite, en este nuevo capítulo de su saga el sesentón Eladio Monroy –pensionista de la Marina, ex jefe de máquinas y detective aficionado– no menos harto que Areta del penetrante olor a mierda que despide nuestro país, sigue mezclándose entre la fauna del bar Casablanca, teniendo complicidad y sexo con la librera Gloria y encontrando el cariño de su hija Paula. Bien mirado, no es poco. Otros, con menos, tenemos que buscarnos la vida en la inclemente jungla de asfalto.

Otro progenitor moribundo, Pepiño Frades, amigo de Monroy y a quien éste no veía desde hace 20 años, encarga al detective que encuentre a su hija, Elvira Frades. Desaparecida sin dejar rastro en Las Palmas, adonde acudió para estudiar en una escuela de modelos, Frades desea reconciliarse con ella antes de que sea demasiado tarde.

El «Mike Hammer de la calle Murga» se entrevistará con primas, seguratas de discoteca, gorilas, proxenetas, viejas prostitutas, hasta estrechar el cerco de Elvira, Viri Foxy en los ambientes prostibularios de la isla… El ambiente arrabalero (por ejemplo, el que se respira en las Rehoyas), ese ambiente pobre de barrio de casas de protección oficial, contrasta poderosamente con los sitios por los que transita la familia Dorta.

Compuesta por el padre, Félix Dorta, un cacique que partiendo de los contactos que hizo durante el franquismo para calificar terrenos destinados al turismo ha llegado a ser un poderoso empresario que crea el grupo Fedorsan (que incluye desde una naviera a concesionarios de automóviles), y los hijos, Humberto, el primogénito y heredero del grupo empresarial, y Rodrigo, un tarambana cocainómano y putero, la conocidísima familia Dorta vive en confortables y lujosísimos chaletazos, conduce los mejores cochazos y hasta dispone de casas de retiro para desconectar cuidando flores silvestres…

Como sucede en este tipo de historias el protagonista suele tener un amigo en la policía que lo ayuda y previene. El comisario Déniz facilita datos esenciales a Eladio para la búsqueda de Elvira Frades, pero se niega a investigar cuando Monroy propone llevar el caso hasta su final. Déniz ruega a Eladio que, localizada la chica, deje la investigación.

Es Eladio Monroy el protagonista absoluto de El peor de los tiempos. Hay que decir de este personaje que la fama que tiene entre los muy abundantes lectores del noir resulta muy justa. Está trazado con la energía y sabiduría de los grandes héroes del género. Lector de Houellebecq y Montaigne (desprecia a Javier Marías y Enrique Vila-Matas en lo que resulta ser una muestra de exquisito gusto literario, algo que no se consigue en un día), sabe ser expedito y calzar unas hostias de espanto, bien con ayuda de una porra extensible o bien con sus puños de acero.

El peor de los tiempos
Alexis Ravelo
Alrevés

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