Es una suerte para los lectores negro/criminales que se dé espacio para ambas actividades. La edición mexicana de Nadie es inocente es una recopilación de varios cuentos, incluidos dos inéditos, que transitan por el humor negro, el policiaco clásico y el retrato de la inequidad social que existen en nuestras sociedades. El editor, Mauricio Bares y la diseñadora Lilia barajas, han dado todo para que esta sea la mejor edición, dicho sea de paso.
Ferrari no teme utilizar los giros lingüísticos propios del argentino lumpen, ni los personajes macabros que procrea la nación de Río de la plata y mucho menos ubicarlos perfectamente ahí. Este localismo los hace tan reales, que acaban por volverse universales. A ratos es violento, duro, oscuro, a ratos nos deja soltar una carcajada por algún final con humor ácido y otras veces nos muestra que puede hacer juegos literarios, como quien dice, para la crítica que ve con recelo el policiaco.
Pese a que en sus dichos es militante de izquierda, sus historias no son pastiches panfletarios, otro de los miedos que tuve cuando comencé a leerlo. Su literatura fluye y privilegia una buena narración al querer aleccionar. Como buen narrador negro juega con el lector, lo atrapa con la trama y termina siempre sus cuentos con finales rotundos.
El libro, como toda recopilación de cuentos es desigual, junto a relatos que pasan arriba de la media, leemos otros que brillan como oro. Descubrimos los muchos tonos que maneja Ferrari y sirve como menú de degustación del resto de su obra.
Kike es tal vez la cabeza más visible de un grupo de escritores, su compatriota Nicolás Ferraro o el uruguayo Rodolfo Santullo, pro decir dos, que han llegado refrescar las huestes negras al sur del continente.
Nadie es inocenteKike Ferrari
Nitro/Press