El rincón oscuro. Vírgenes y verdugos: mártires y yihadistas en clave noir

Jesús Lens

Leí La asamblea de los muertos el pasado verano con un cierto recelo. Eso de mezclar género negro con narrativa de viajes se me hacía extraño. Sin embargo, la novela de Tomás Bártulo, publicada por la editorial Salamandra, me atrapó desde el comienzo.

No sabía nada del autor, que debutaba en el mundo de la novela con la historia de un grupo de amigos que se bajan al moro, pero no en busca de hachís, sino con la misión de dar un golpe por encargo en un banco escondido en la intrincada y laberíntica medina de Marrakesh.

La novela, que se basa en las complicadas y cada vez más tensas relaciones de una pandilla de jóvenes bastante descerebrados y capitaneada por un cabrón con pintas, desgrana el viaje con todo lujo de detalles, desde la operación Cruce del Estrecho y el paso por Tánger a la llegada a Marrakesh, el reconocimiento del terreno y, por fin, el atraco.

A lo largo de las 400 páginas de la novela, el autor demuestra su vasto y profundo conocimiento del terreno que pisa, no en vano, Tomás Bárbulo, nacido en A Coruña en 1958 y crecido en el Sáhara, es periodista de El País especializado en Marruecos, Mauritania, Sáhara Occidental, Argelia, Mali y Senegal.

El tercio final de La asamblea de los muertos, además de darle todo el sentido al título de la novela, desarrolla un hilo argumental protagonizado por un personaje que, hasta llegar a ese punto, era muy secundario. ¡Pero qué personajazo, oigan!

No es de extrañar que La asamblea de los muertos ganara el premio Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón a la Mejor Primera Novela Negra ni que Salamandra Black, la colección especializada en género negro de la prestigiosa editorial, haya publicado la segunda novela de la serie: Vírgenes y verdugos, protagonizada, ya sí de forma estelar, por ese sorprendente secundario del que antes les hablaba.

Tres hilos argumentales hay en una novela que transcurre en dos escenarios principales: la ciudad siria de Raqa, bastión del Estado Islámico, y la Ceuta fronteriza con Marruecos.

Por un lado tenemos al complejo barrio del Príncipe, en Ceuta, donde proliferan traficantes de drogas… y candidatos a viajar a Siria para unirse a la yihad. Y candidatas, encandiladas por la mística de los guerreros. Chicas jóvenes e ilusas como Alia, que se pasa a la clandestinidad para ir en busca de su pareja y luchar con él por el Califato. Junto a ella está Malika, una enfermera que también se quiere unir al Estado Islámico y que viaja a Siria vía Estambul.

Y está ese personaje del que tanto hablamos, sin citarle, para no estropearles la sorpresa, al que hallamos en Raqa. En este caso, haciéndose cargo de una red de expolio y venta de piezas arqueológicas sacadas de los museos y los yacimientos sirios.

El tercer hilo lo protagoniza Rachid, un joven y despreocupado chanchullero, hermano de Malika, que se plantea pasar del menudeo de hachís a traficar más a lo grande, para lo que tendrá que moverse por Marruecos y Mauritania.

Con estas mimbres, Tomás Bárbulo ha escrito una de las grandes novelas de lo que llevamos de 2019, rebosante de tensión. Una novela de espías como las de antes, pero en pleno siglo XXI, protagonizada por personajes contemporáneos y que se desarrolla en el marco más complicado e intrigante que se pueda imaginar.

Olvídense de asesinos en serie y de psicópatas tortuosos. Lo que está ocurriendo en Siria, la guerra contra el terrorismo islamista y cómo funcionan y se alimentan las bases integristas, está en el meollo de una de esas novelas que pueden preciarse de ser consideradas como imprescindibles.

Vírgenes y verdugos es un libro en el que Tomás Bárbulo toma partido por las mujeres, cuya situación en el Estado Islámico es terrible. Cada vez que las protagonistas se colocan el niqab, el velo o el caftán, en plena canícula veraniega, podemos sentir la asfixia que las consume, perfecta metáfora de la anulación que sufren como personas, como seres humanos.

Cuando lean ustedes Vírgenes y verdugos -reparen en que no uso el condicional, dando por supuesto que la van a leer- entenderán mucho mejor el contexto de titulares como este, de la prensa de hace unos días: “Capturados en Siria los dos últimos ‘Beatles yihadistas’ que decapitaron a más de 27 occidentales”.

La novela, también hay que advertirlo, tiene momentos duros. Uno, en concreto, les saltará las lágrimas. Pero no hay nada efectista en la prosa de Bárbulo. Al contrario. Es respetuoso y frío en su narración, como los protagonistas de la historia.

Si les gustan las novelas de espías y agentes dobles, si ven ustedes series como Homeland u Oficina de infiltrados; si les preocupa el concierto internacional y la deriva del islamismo integrista, no pueden dejar de leer Vírgenes y verdugos.

@jesus_lens

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