Novela: «El porqué del color rojo», de Francisco Bescós

Teresa Suárez

“El vino tinto es rojo porque, mientras que la uva destinada al vino blanco se va directamente a la prensa para extraer el mosto, la destinada al vino tinto macera en depósito junto a las pieles que cubren el grano de las uvas, lo que llamamos hollejos. Es el contacto con los hollejos lo que le transmite, además de muchísimos matices de sabor, la característica tonalidad. Allí está el porqué del color rojo”.

La explicación, digamos física, tangible, del título, esa que les acabo de reproducir, la da el autor en la página 176. La explicación intangible, el por qué ese color, su simbología, es tan importante en una trama donde el inicio de la vendimia en La Rioja Baja se mezcla con la inmigración ilegal, la explotación laboral, el asesinato y el terrorismo nacional e internacional, en sus viejas y nuevas formas, tendrán que descubrirla ustedes mismos leyendo la novela de Francisco Bescós.

Cuando consiguió el puesto de responsable de la casa cuartel de Calahorra pasando, no de manera literal pero casi, por encima del cadáver del Coronel Adolfo García, quien ansiaba ese destino para su hijo Francisco Javier García (teniente en proceso de obtener los galones de capitán), la teniente Lucía Utrera, alias La Grande (“esa maldita gorda” o “la gorda” a secas, bueno más que a secas acompañada de salivazos de desprecio, para enemigos y detractores), pasó a encabezar la lista de personas a quien el Coronel García (“en la historia de la Guardia Civil no ha habido juramento de bandera más sincero que el suyo”) se la tenía jurada.

Su odio no era ni nuevo ni reciente. Esa “jodida traidora” estuvo a las órdenes del coronel en aquellos años del Norte.

Desempeñar servicios en el Norte tanto tiempo, “Cetme en mano, domingos de encierro y miradas bajo el coche todos y cada uno de los días de su vida”, aprender “qué se siente cuando una pintada en la pared te convierte en blanco”, los “ataques con granadas contra el cuartel”, tuvo, tiene, un alto precio que todos los que allí estuvieron pagaron: unos con sus vidas, otros con su cordura y otros, como en el caso de la teniente Utrera, con un miedo profundo, visceral, inconfesable, que le niega la ansiada tranquilidad para ella y su familia.

La Grande pronto descubrirá que el sosiego que inicialmente encontró en Calahorra, ese puesto soñado, solo era un espejismo y que cuando formas parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado nunca existen los destinos tranquilos ya que el peligro, y los múltiples rostros que éste adopta, son una constante en la vida que has elegido.

Novela coral, noir rural, narración fluida, trama central que se nutre de varias subtramas, personajes atípicos como Bernard (marido guiri de la teniente y amo de casa a tiempo completo), buenas descripciones de sabores, olores y colores que definen a una tierra…

No, en esa ocasión no quiero centrarme en la forma.

Cuarteles, Guardias Civiles y sus familias, terratenientes, bodegas, temporeros ilegales, explotación laboral y, de fondo, la alargada sombra del terrorismo.

Como “hija del Cuerpo” (expresión que implicaba compartir un sentimiento de pertenencia y una forma de vida trashumante) pase toda mi infancia y parte de mi adolescencia en casas cuarteles repartidos por todo el territorio nacional. Como manchega de adopción me inicie en la recogida de la uva (uno de los trabajos más duros del campo) a los dieciséis y seguí haciéndolo durante más de diez años.

Por eso ninguno de los escenarios en los que transcurre El porqué del color rojo me es ajeno. Es más, sin entrar en detalles (no me apetece hacerlo porque ni es el momento, ni el lugar, ni la forma) mi cercanía, mi implicación emocional, mi propia experiencia, han hecho que, en ocasiones, el planteamiento de Francisco Bescos, su manera de relatar ciertas situaciones, me haya resultado molesta, desagradable incluso.

La manera de “resolver” la presencia del terrorista etarra, parte importante de la novela, me chirría bastante, pero como no he leído El baile de los penitentes, presentación en sociedad de Lucía Utrera, desconozco si en esa primera parte se esconde alguna pista que lo explique.

Tengo claro, muy claro, que si la novela no me ha dejado indiferente, si me ha enfadado, a veces escocido, es porque el autor ha logrado escribir una ficción con la dosis suficiente de realidad para hacerla creíble, para que enganche.

Y lo consigue, vaya que si lo consigue…

El porqué del color rojo
Francisco Bescós
Salto de Página

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