«Misterioso Isaac», de Jerome Charyn, por Sergio Torrijos Martínez

Sergio Torrijos Martínez

Lo primero y antes de nada hay que advertir a los lectores de que este libro no es el habitual, es raro, muy raro, con momentos que rozan el delirio y otros la locura. Por ello, si osamos adentrarnos en él, lo mejor es entregarnos desde el primer momento.

Nueva York, años 70, una ciudad dura, cruel, en la que el crimen comparte acera y local con la policía, que curiosamente ofrece en esta novela más temor que los propios delincuentes. Un comisionado de la policía de la ciudad que abandona su puesto -que no su cargo-, se viste de mendigo y se adentra entre los más arrastrados de los bajos fondos de la ciudad buscando una quimera, una pista, algo de lo que desenredar una madeja cada vez más enmarañada. Es el protagonista Isaac Sidel, que si no fuera porque es comisionado y conoce las calles de la ciudad terminaría sus días en una apacible clínica de salud mental. A partir de ese momento la novela engancha, atrapa, nos arrastra tras el protagonista, tras su delirio, su locura, su paranoia y no nos deja hasta terminar la novela.

Pero la novela es más, es una crónica descarnada de los bajos fondos de la ciudad, de las putas, de los proxenetas, de los trapicheos y negocios turbios, de la política también que, cómo no, hunde sus zarpas en el fango:

“Sin las chicas del Mercado de las Putas, Manhatan desaparecería. El Rey cobraba una tasa a las chicas capaz de mantener una isla. La economía de Nueva York se basaba en sus putas, y en cuánto eran capaces de ganar espatarradas.”

Tras la capa de locura, de la recreación de un mundo delirante se esconde una buena novela, pues tiene la capacidad de atrapar nuestra atención, meternos de una solemne patada en su mundo y no soltarnos hasta no habernos explicado todo.

El escritor tiene un estilo muy personal y muy particular, es indefinible y nada se parece a cómo él lo hace, pero se nutre de la mítica de las calles y de parte de su propio lenguaje. También se percibe, muy al fondo, el sabor a las novelas clásicas y también a alguna muy ambientada en la ciudad como las de Chester Himes.

Una novela interesantísima aunque editada tarde en nuestro país y que nos hace lamentar no haber podido comenzar con la primera de la saga, pero que nos revela a un autor de una pieza, urbanita, amante de los bajos fondos y muy peculiar, imprescindible.

 
Misterioso Isaac
Jerome Charyn
RBA

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