¿Pero quién es Toni Romano?…me preguntaba mientras abría las primeras páginas de Las apariencias no engañan. Había oído mucho hablar de él…
De Juan Madrid su creador, hay tanto que decir que se rellanaría al menos, toda una sesión de un ciclo de novela negra española. Ha cultivado satisfactoriamente muchos géneros, entre ellos el periodismo, el cine y la televisión, sin contar los numerosos premios concedidos o cargo como uno de sus fundadores en la Semana Negra de Gijón, hace casi treinta años.
Dentro de la narrativa, este autor podríamos calibrarlo de «retratista». En esta novela, dibuja una época, los años 80 en concreto, en una España profunda, con sus tintes sociales y costumbristas. En concreto este título nos sumerge en la vida de noche localizada en Madrid. Nos hace pasear por el interior de los bares, calles oscuras y el crimen que puede haber en cualquier rincón de esta gran ciudad. En este caso, el de alguien importante en ese momento, un empresario llamado Valeriano Cazzo. Con lo cual el lector sin darse cuenta se mete en la historia como observador de los hechos. O como la sombra de su protagonista, nuestro Toni Romano, exboxeador profesional y de ahí su nombre, que recorre locales nocturnos, interroga a ricos y pobres, sigue a sospechosos, persigue a drogadictos o sin más, amaga algún golpe.
Toni Romano es un tipo duro pero también muy humano. No pasa de largo por sus propios sentimientos y emociones. Se nos hace cercano y valoramos sus cualidades.
La acción domina en todas las escenas. El diálogo rápido, agiliza la trayectoria del ritmo narrativo.
Y como personal y curioso apunte, me asombra un detalle: que todo lo narrado bien podría trasladarse a esta época. Es decir, es una novela escrita en el siglo pasado pero de rabiosa actualidad. Y es que esta historia es, pura novela negra.
Me entrego al incansable Toni Romano…. ¡ahora ya sé quién es! Y el mensaje que encierra la novela, como puede ser, la búsqueda de lo que es correcto o no. Me siento segura tras su casta de investigador y alma de justiciero. Es puro magnetismo.
En esta novela nuestro protagonista intentará averiguar que ha pasado en cuestión de segundos y si para ello tiene que escarbar varios días, las capas sociales y políticas de la sociedad para saber su causa, lo hace. Incluso la policía le sigue los pasos al considerarlo en principio, posible sospechoso de los hechos de ese crimen cometido en «El Gavilán» en ese preciso momento. Sala de baile donde trabaja como vigilante. Luchará personalmente, para que su inocencia salga impune. Averiguará la verdad y nos dejará una lección de moralidad que cala.
La novela sorprende por sus giros y el buen pulso hasta su final.
Consecuentemente todo acaba bien atado y la sucesión de acontecimientos están en su punto justo. Todo se entiende, hasta el misterio que encierra su complicada trama.
Para mi ha sido el primer acercamiento a este personaje que tiene toda una saga policíaca. Recojamos el testigo de este personaje en los títulos que le siguieron a este a nivel informativo:
Un beso de amigo, 1980
Las apariencias no engañan, 1982
Regalo de la casa, 1986
Mujeres & mujeres, 1996
Cuentas pendientes, 1995
Grupo de noche, 2003
Adiós, princesa, 2008
Bares nocturnos, 2009
Según las propias palabras de Juan Madrid:
“Hay una estrecha relación entre los altos despachos y los bajos fondos”. En ‘Las apariencias no engañan’ esto mismo, no es una excepción.
Me imagino la próxima aventura:
Toni Romano apoyado en la barra de un bar escuchando de fondo Believe, tema rock del grupo Máquina por ejemplo, mientras la ceniza malgastada de su colilla le avisa que es tiempo de resolver otro caso.
¡’El justiciero de las calles de Madrid’ ha llegado!
Las apariencias no engañanJuan Madrid
Noguer