«Un hombre sin aliento», de Philip Kerr, por Sergio Torrijos Martínez

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La última entrega del ínclito Bernie Gunther nos lleva lejos, tan lejos como la ciudad de Smolensk en la primavera de 1943. Cerca de la ciudad se descubren las fosas de Katyn, una más de las barbaridades cometidas durante la segunda guerra mundial, aunque esta concretamente fue un poco antes, a modo de preludio de lo que vendría después. Para quién no lo sepa, Katyn fue una de las masacres provocadas por el gobierno soviético para librarse de un problemilla menor, más o menos unos cuatro mil oficiales del ejército polaco. Ni fue la primera masacre cometida por el régimen soviético ni sería la última, la salvedad es que fue la primera que se cometió contra ciudadanos de otro país. Todo esto viene de aquel famoso pacto Molotov-Ribentrop que fue el colmo de la desfachatez y que conllevó que Alemania y la URSS se repartieran Polonia y los países bálticos.

Philip Kerr quiere ahondar en esos hechos para juguetear con la versión internacional de “le dijo la sartén al cazo”. Es decir, los mayores generadores de holocaustos se tiraron unos millares de muertos a la cara, así como para mostrar al mundo que no eran iguales, es decir aquellos alemanes que entraron a sangre y fuego en Ucrania, la masacre de Baby Gar es el ejemplo más claro y los cadáveres de cuarenta mil judíos lo atestiguan, le echaban en cara a los soviéticos los cuatro mil oficiales polacos muertos.

¿Hipocresía?¿Desvergüenza?

Juzguen ustedes mismos.

La idea originaria de Kerr de meter a un investigador como es Bernie Gunther en semejante baile de muertos no tiene mucho recorrido. Bernie investiga muertos en números inferiores a la decena; allí, en el frente oriental, se comienzan a tener en cuenta a partir del cuarto dígito. Es algo así como tomar el té en mitad de una estampida de elefantes. La labor de Gunther está en el núcleo de toda la acción de Katyn aunque termina por desviarse a buscar otro tipo de asesinos, mucho más selectivos.

Dejo una cita para que se hagan a la idea del ambiente que se retrata:

“-Es posible que la NKVD se haya marchado de Smolensk, pero la gente sigue teniéndoles miedo. Más miedo del que nos tienen a nosotros, diría yo. Y hay motivos de peso. Durante veinte años la NKVD, y por consiguiente la OGPU y la Checa, han estado asesinando a rusos al por mayor. -Hice un gesto restándole importancia-. Nosostros solo llevamos dieciocho meses haciéndolo».

La conjunción del carácter de Gunther y de sus mañas con el ambiente de la oficialidad del ejército alemán es muy estimable. En la zona está establecido el cuartel general del grupo de ejércitos centro, al mando el mariscal de campo Von Kluge, un redomado aristócrata prusiano, que tiene muy en cuenta la extracción social de sus colaboradores, ello es el contraste más logrado de la novela, los estirados aristócratas con el vivo y callejero Gunther. De esa conjunción salen párrafos como el siguiente, tan claros que el interlocutor al que van dirigidas es evidente:

“-Me gusta una buena melodía si la canta una chica bonita con un buen par de pulmones, sobre todo cuando la letra es de esas vulgares y los pulmones saltan a la vista. Y sé distinguir un arpegio de un archipiélago. Pero la vida es muy corta para Wagner. De eso no tengo ninguna duda».

Agua y aceite, ¿verdad?

Le sumamos lo que siempre ha caracterizado a Gunther, es decir, unos chispeantes diálogos, una gracia propia de los clubes más modestos, por no decir otra cosa, y ese tono propio de las mejores novelas de detectives y ya tenemos lo que siempre gusta, al menos a quién suscribe, de la prosa de Kerr que es una novela sumamente divertida.

Como novela de la serie de Bernie Gunther me parece que está en el pelotón central. No es la mejor ni tampoco la más floja. Creo que el autor quiere meter demasiado en las páginas de la novela. Me explico y voy por orden. Crímenes de guerra, fosas comunes, atentados contra Hitler, resistencia dentro de la Wermacht al poder omnímodo del citado, trapicheos entre los jerarcas nazis, el periodo oscuro de la ocupación alemana en tierras de Ucrania, la inminencia del desastre militar en el frente oriental, un guiño a la guerra civil española y un hilo narrativo menor que será el que mueva el mecanismo interno de la novela. Demasiado, ¿no creen?

Como escritor no voy a descubrir ahora a Philip Kerr, uno de mis preferidos, y al que siempre recomiendo porque no decepciona. Su lectura siempre es entretenida, aporta datos, siempre sólidos y reales, y tiene ese hálito de las buenas novelas negras. Les recomiendo que lean algo de su producción, si es este libro descubrirán a un muy buen escritor, eso se lo aseguro.

Un hombre sin aliento
Philip Kerr
Trad.: Eduardo Iriarte
RBA

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2 comentarios en “«Un hombre sin aliento», de Philip Kerr, por Sergio Torrijos Martínez

  1. Parece más histórica que negra. Por lo que comentas el hecho histórico es tan abrumador que parece que diluye la historia. Una llama misteriosa me gustó y también tiene su gran carácter histórico dentro del peronismo y la fuga de nazis. Habrá que ver.

    • En la serie de Gunther probablemente sea la más histórica…aunque creo que es en la que el autor ha manejado peor el meollo narrativo…es un poco impostado meter a un investigador privado en mitad de miles de muertos en fosas comunes…

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